miércoles, 13 de enero de 2010

Un televisor en el gabinete de antigüedades

¿No será la frágil y admirable Confidencias, de Visconti, en el fondo, en algún rincón del fondo, la historia de un viejo profesor en un viejo apartamento al que un día le ponen en el salón un televisor, un objeto que no pega con el mobiliario, pero que le invade, con su prensa rosa, con sus famosos millonarios, vulgares, histéricos y repetitivos, con su vaga promesa de acercarle algo de la cultura, imágenes de cuadros lejanos, música compartida, con sus breves indicaciones de un mundo real de luchas y reivindicaciones dudosas, incluso con su película de erotismo ligero y de luces tenues a medianoche, una televisión que es aún peor de lo que parecía y finalmente quizás no sea otra cosa que la muerte venida para tragarse y vomitar lo que quedaba del cine italiano, lo que quedaba de Europa?
Seamos serios.

2 comentarios:

  1. El crítico de televisión del Heraldo15 de enero de 2010, 12:42

    El televisor suele colocarse "en algún rincón del fondo".

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  2. el crítico de la revista Tu casa16 de enero de 2010, 4:59

    No estoy seguro. En bastantes casas el televisor se coloca en el salón, cerca del tresillo, que es donde concluye casi Confidencias, cuando Helmut el gigoló ya no está allí y todos hablan, y ahy ese momento tan bello en el que Burt Lancaster se levanta, y va hasta la ventana mientras habla a los demás y cuando volvemos al plano general han desaparecido, reverso de las apariciones inesperadas del principio de la película.

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