jueves, 6 de junio de 2019

crueles las olas


Y en realidad yo no sé qué tan lindo será vivir al borde del mar, porque están las olas, son lindas las olas pero van y vienen y nunca se paran y uno puede dejar de mirarlas, eso es fácil, pero otra cosa es dejar de oírlas, puede ser que estén ahí en el oído día y noche, puede ser que siempre estén ahí de fondo, ahí entre medias, porque el sonido no está de fondo, el sonido está entre medias, el sonido se nos cuela en el cuerpo, y si os fijáis aquí oiréis las olas que se cuelan insistentes como el deseo, que se cuelan poniendo de los nervios, las olas son como punzadas, la cámara va una y otra vez a las manos sobre el perro, la cámara va una y otra vez hasta el chico y la chica, como si la cámara una y otra vez tuviese que hacer eso, ir desde lejos y romper contra el plano, ir y romper contra el punto en el que algo está pasando, como si nunca fuese suficiente, vuelta y vuelta a empezar, no puede haber ola final, y la escena, además, es cruel, hay algo que tensa y tensa al chico, y en realidad en toda la película hay algo cruel, es la historia de una mujer que no entiende que su hijo quiera dejar de vivir con ella, o es la historia de su hijo, o es la historia de esa cosa tensa que hay entre los dos, la historia de una tensión, que es algo que en realidad no tiene historia, es algo que se tensa y se relaja, se tensa y se relaja, quizás un día se rompa, quizás no, es una historia de esas en las que los personajes hacen cosas que preferiríamos que no hicieran, hacen cosas testarudas y cosas malas y se ponen en ridículo y ponen de los nervios a la persona que no quieren que se aleje, y acercarse a alguien es como el acercarse de las olas, acercarse hasta romper y vuelta a empezar, es una historia en la que convivir es como vivir con el sonido de las olas, es vivir con algo que siempre está ahí, que se cuela en cada instante de la vida, es el piso compartido de una sola habitación, es una ciudad en la que todo lo que haces se acaba sabiendo, es una vida vigilada y vigilante, no siempre fea, no siempre triste, pero siempre algo tensa, esperando el alto o el bajo de una ola, y la película termina así, en algo que no es principio ni fin, en algo que es un alto o un bajo de la ola, sin que sepamos muy bien si es alto o bajo.
(Los largos adioses, Kira Muratova)