lunes, 8 de julio de 2019

por empezar

Hola Paco,
Me preguntas qué tal está la película de Bodet y no sé muy bien por dónde empezar, podría decir simplemente que está bien, pero no se trata de eso, claro, para eso no merece la pena decirse nada, así que tengo que encontrar alguna manera de empezar a hablar de la película, supongo que ya habrás leído un poco de qué va, una mujer vive en un apartamento y deja que un par de personas, dos amigos, (o algo así como dos amigos, las palabras dejan de resultar evidentes en esta película, la palabra amigo también) vivan en él el tiempo que necesiten, aunque no les ha dado copia de la llave, como si eso de la llave fuese un limite, y poco a poco va habiendo más gente en la casa y la película, que tampoco es que fuese muy realista, lo es cada vez menos, aunque eso de no ser realista habría que revisarlo, claro, o discutirlo, porque la película es de lo más realista, o consigue hacer ver y sentir, o comprender, algo real y no tan evidente de hacer ver y sentir o de contar, la necesidad de tener un lugar al que llamar casa, un lugar en el que vivir, un lugar en el que caerse muerto, que diríamos aquí, así que aunque la forma no sea del todo realista la película trata de lo real, de aquello que te puede dar en las narices y dejarte por los suelos o matarte o volverte loco, me estoy yendo un poco del tema, aunque no tanto, a lo de volverse loco quiero volver, hace un rato pensé, por cierto, que la película me recordaba a Grass, que también va en parte de eso, no sé si te acuerdas, de tener un lugar en el que caerse muerto, y también de la desesperación y del miedo a la desesperación, hay un personaje de la película de Bodet que dice que al fin y al cabo todos acabaremos por volvernos locos, no dice que todos acabaremos por morirnos, que es lo que se suele decir, que es lo que suena más lógico o más inevitable o más normal, dice que acabaremos por volvernos locos, quizás sea cierto, todos perderemos la cabeza, sea lo que sea ese perder, y el personaje sigue diciendo algo así como: "quizás en dos días, quizás en dos semanas, o en veinte años, o en dos segundos", y eso nos pone de los nervios y sobre todo pone de los nervios al personaje de Pascale, eso de no parar de repetir, es un personaje que se repite mucho, pero la película no dice que no tenga razón, ni lo contrario, la película no da razones ni las quita, más bien desconcierta, no es tan fácil desconcertar, la película es tan extraña como Bodet, bueno, no sé si ella es extraña, a mí me ha parecido extraña las pocas veces que la he visto y oído de lejos, extraña y adictiva, interrogante, como si viniese de un mundo o de un tiempo de antes de las evidencias, de antes de las normas, si es que las normas para lo que sirven es para no tener que hacerse preguntas por todo, para no poner caras interrogantes, si es que las normas son más que nada respuestas de antemano, normas que ya no nos damos cuenta de que son normas, no sé, pero en ese mundo de antes todo se volvería extraño, hasta la manera de mirar y de moverse, todo extraño y extrañamente gracioso, en realidad todo tiene gracia en esta película de la que hace un momento escribía que me parece que va de lo real y de la desesperación, del encuentro con lo real, pero es que para llegar a ese encuentro la película se inventa cosas todo el rato, cosas de esas que uno no sabe si decir que qué locas o que qué geniales, pero lo más extraño es la manera de organizarlas, una manera que de entrada parece rara y luego te da la sensación de que si le dijeses: “es rara”, te miraría sorprendida y diría que porqué, y tendrías que admitir que no, que rara no es, que es extremadamente lógica y razonable, pero es que con la razón se puede llegar a tener mucho vértigo, con la razón y con palabras bien razonadas uno puede perderse mucho, y ahora sí que me estoy yendo lejos de lo que quería decir, aunque tampoco es que quisiese decir nada en particular, más bien es que me estoy alejando de la película, que hace cosas locas, por ejemplo cosas con un teléfono, qué juego le da a un teléfono, ya verás, y que nos recuerda qué es una casa, un techo y una puerta y ventanas, con la puerta hace muchas cosas, con las ventanas una sola, pero con variantes, y también me habría gustado encontrar la manera de hilar que los actores son por momentos geniales y raros, aunque luego uno anda por París y tan raros no son, será simplemente que son de una forma de normalidad que no se ve tan a menudo en el cine, y si tuviese que definir ese algo de cierta gente de París y de la sensación que consiguen dar los actores en sus personajes diría que es la sensación de gente que un día se va a volver loca, quizás en los próximos dos segundos, y de hecho hay algún ataque de locura que sorprende por lo rápido que llega y por lo rápido que se va, hay muchas brusquedades en la película, quizás tenía que haberlo dicho antes, hay un humor hecho de brusquedad, y quizás eso también sea realista, tener a tanta gente alrededor se debe de prestar a eso, a la brusquedad propia y a la brusquedad ajena, y me gustaría ir terminando un poco por no dar la impresión de que pretendo abarcar la película, nunca se abarca una película, o una película de verdad nunca se deja abarcar, no es igual más que a sí misma y hay que escribir de ella dejando claro que se nos escapa, que se nos sale de página, que se nos sale del papel y de las palabras, pero aún así quería decir algo más, quería decir que pensé también en la película de Bodet con Delahaye, porque también en esta película de ahora ella va a ver a un hombre muy mayor y habla con él y no se trata exactamente de un diálogo, aquí ese personaje lo hace el extraño Jean Abeillé, recostado en una cama, me parece que para Bodet esto es importante, ella junto a Delahaye o Abeillé, al mismo tiempo admirables y mayores, o viejos, o en otra dimensión del tiempo y de la experiencia, ver eso es importante pero al mismo tiempo no consigo encontrar ninguna manera de decirlo que no me parezca reductora o vulgar, no sé, hay algo en los planos de ella junto a Abeillé y también en el hecho de que el personaje de Abeillé muera (te destripé parte del final, pero me costaba no hacerlo, me costaba no decir que es también una película de muerte), y ella más tarde dice, si no lo recuerdo mal,  algo así como: “esto también es una ceremonia de duelo” y luego vemos el barrio de Stalingrad en el que estuvieron los refugiados que antes vimos de lejos y por la ventana, uno siente que el duelo también es por su ausencia y me da por recordar que en la película también se habla de que no se puede contar con que nada siga siendo igual para siempre y quizás la película también va de eso, impermanencia, duelo y vida, el lugar del duelo en la vida, a veces con gracia, a veces con tristeza, a veces con una rabia extraña, a veces todo junto, y no estoy muy seguro de que quisiese hablar de todo esto al empezar, pero por otra parte en algún momento hay que parar, o parar de empezar y esperar que la veas y que entonces podamos hablar, podamos seguir.
Un abrazo
(Porte sans clef, Pascale Bodet)
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miércoles, 3 de julio de 2019

la herencia de la escalera

Es una escalera de una casa de vecinos, hay una chica sentada en un escalón, sombrero blanco, ukelele en las piernas, y un chico con gorra apoyado del otro lado de la barandilla, se acaban de conocer esa misma noche, en un lugar tipo parque de atracciones, y se han hablado mal, fatal, y ahora ya vemos que están enamorados, están en la escalera que lleva al piso donde vive ella con su hermano, un hermano con mal genio e ideas bien cerradas, un tipo al que veremos poco, apenas una escena, porque Borzage pasa rápido por lo que no le interesa, se toma esas libertades, y no es tan fácil que uno acierte a interesarse sólo por lo que le interesa, hace falta seguridad, o fe, o algo de eso, el caso es que pasará rápido por el hermano para poder pasar lento por otros momentos, por ejemplo este, una chica y un chico enamorados sin acertar a decírselo, despidiéndose sin acabar de separarse, pasan y pasan los minutos, es increíble, pasan siete minutos ahí, con ese amor recién nacido, aunque no es sólo eso lo que vemos, también vemos y oímos otras cosas, si os fijáis veréis que al fondo a la derecha hay una mujer, está hablando al teléfono, la chica le explica al chico que la madre de esa mujer lleva mucho tiempo enferma, y durante un tiempo la chica y el chico van a preocuparse por la mujer, que cuelga el teléfono y pasa lenta entre ellos, que les dice que no necesita nada y ellos comprenden y nosotros también que la madre ha muerto, ese preocuparse juntos por la mujer también es parte del amor que está naciendo entre ellos, claro, se están queriendo en el mundo, se están queriendo en el cuidado, y lo que sucede es que esa escalera se vuelve, durante esos minutos, algo así como el mundo entero, la imagen del mundo, sabremos que en otro piso ha nacido un bebé, oiremos a una mujer gritarle a su marido que baja, diciéndole que sobre todo no traiga cierto tipo de queso, que huele fatal, y el marido traerá justo ese queso, claro, y es como si estuviese toda una vida allí en ese edificio, en esa escalera, toda una vida con el nacimiento y la muerte y también la pobreza, la infelicidad y la vida cotidiana con su queso que huele mal y también la ruptura de la vida cotidiana, ese amor que nace entre la chica y el chico, nacimiento y muerte, infelicidad y felicidad, esa escalera es el mundo en el que ellos viven y se quieren y es un mundo hecho también de tiempo y de pasado, es un mundo en el que viven y un mundo que heredan, heredan pobreza y heredan tristeza y por mucho que se quieran no va a ser tan fácil vivir con esa herencia, con esos miedos que vienen de antes, van a necesitar tiempo más tiempo para hablarse veras que para casarse, para que el querer cuidarse el uno al otro no se convierta en una suma de secretos y de torpezas, para hacer que comunicando se espanten el uno al otro los miedos, para no callar y así multiplicar el miedo propio con el miedo del otro, y quizás todo esté ya en esta escena en la escalera, pero no basta que todo esté ya ahí, hasta la evidencia lleva su tiempo, hasta la evidencia se aprende, si es que llega a aprenderse, así que la película seguirá, de escalera en escalera, de casa en casa, de miedo en miedo, de secreto en secreto, demorándose, insistiendo, volviendo a empezar una y otra vez la belleza y los errores del amor, hasta que las cosas se vuelvan, al menos por un momento, sencillas, hasta que sintamos que quizás ahora sí están juntos, que al fin, más allá del matrimonio, llegaron el uno al otro. 
(Bad Girl, Frank Borzage)