lunes, 7 de marzo de 2016

pasaba por aquí


...a menudo las escenas comienzan con Bing Crosby que cruza una puerta, más o menos decidido, a veces ralentizando un poco el paso, echando un vistazo hacia el interior, intentando adivinar qué es lo que pasa, cómo va a ser recibido, como quien tiende la mano para ver si llueve ahí fuera él tiende la mirada para adivinar si llueve ahí dentro, sí, Bing Crosby entra en escena con cara de "pasaba por aquí" y da noticias, asiste a lecturas y representaciones, canta, aconseja, discute, la unidad de base de la película yo diría que son las escenas, es una sucesión de escenas que se toman su tiempo, con sus entradas y salidas, casi nunca vemos una acción breve, ni un encadenamiento de acciones, son más bien teatrillos, encuentros, siempre hay al menos dos personajes, siempre hay intercambio, de ideas, de golpes, de sonrisas, siempre se plantea qué puede uno hacer por otro, cómo puede darle fuerza o confianza, no basta con la buena voluntad, no basta con querer el bien, también hay que acertar con el medio, aquí casi nadie es egoísta y aún así no siempre están de acuerdo en la manera de ayudar a los otros, y así va pasando el tiempo, van pasando las estaciones, porque como muchas de las películas de colegios su unidad de tiempo es la del año escolar, una unidad de tiempo fija que da a las secuencias la libertad de vagabundear de situación en situación, de idea en idea, dejando que rimen perezosamente las situaciones, que se contradigan y se completen, con la sensación de que son esas pero podrían ser otras, adivinando que hay por ahí otras entradas y salidas de Bing Crosby poniendo cara de "pasaba por aquí", discutiendo otras situaciones, resolviendo otros problemas, cantando otras canciones...
(Las campanas de Santa María, Leo McCarey)

tratado de sonrisas


... si me hubiesen preguntado habría dicho que era imposible hacer una película tan cargada de sonrisas, una película donde la sonrisa es casi casi la norma y el rostro serio es la excepción, sí, habría dicho que lo razonable es lo contrario, lo razonable es que el rostro serio sea la norma y la sonrisa sea la excepción, la sonrisa es como las lágrimas, la sonrisa es cosa de momentos privilegiados, y yo diría que eso, la sonrisa como excepción, es lo que suele suceder en la mayoría de las películas, y sin embargo llega McCarey y hace una película repleta de sonrisas, los personajes se hablan con sonrisas, algunas ligeras y llenas de sobreentendidos, otras incontrolables, nerviosas, con los labios temblando, como en el reencuentro de los padres de Patricia, o la sonrisa casi final de Ingrid Bergman al saber la verdadera razón por la que tienen que irse de Santa María, sonrisas nerviosas que son casi como lágrimas, como llanto incontrolable, y que de hecho hacen llorar tanto como hacen sonreír, si tuviese tiempo y ánimo debería de contarlas una a una, destejer este tapiz de sonrisas y ver qué cuentan, sonrisas nerviosas y sonrisas felices, sonrisas bondadosas y sonrisas que nacen con esfuerzo, que nacen para vencer a una pena, como un un coleccionista de mariposas ponerles un alfiler y hacer una descripción de cada una, ver si hay especies y subespecies de sonrisas, ver si hay algo que aprender de eso, y luego volver a tomar distancia, volver a ver la película en su conjunto y ver cómo echan a volar, cómo se alborotan en un aparente desorden, sí, eso debería de hacer si tuviera un poco más de ánimo, un poco menos de cara seria...
(Las campanas de Santa María, Leo McCarey)

contra el raccord



... no sé, ahora que vuelvo a ver algunas secuencias no me parece tan exagerado, quizás sea cosa de la pantalla pequeña, ayer lo vi todo en grande, muy grande y me pareció que había algo singular en algunos de los primeros planos de la película, en algunos de aquellos que iban seguidos de un plano más abierto, y es que la expresión de Bing Crosby en el general no era la misma que en el plano cercano, McCarey no le pedía una interpretación general para toda la escena, sino una específica en función de lo que la cámara veía, y cuando la cámara está cerca la cara de Bing Crosby se pone muy expresiva, casi demasiado, casi hace muecas con su boca y con sus cejas, esa cara vista de cerca es todo un cuerpo, todos los músculos actúan, es una cosa así como de cine mudo, creo, cada plano tiene que contar algo nuevo, la cámara no se acerca como un microscopio para agrandar lo que no podría ser visto de lejos sino que para cada plano hay una nueva interpretación, adaptada a esa escala, y ahora mismo no recuerdo muy bien a dónde quería ir a parar con todo esto, solo sé que me parecía muy bien que cada plano tuviese una exigencia renovada, me parecía muy bien esa especie de olvido del plano general al pasar al plano corto, del plano corto al pasar al plano general...
(Las campanas de Santa María, Leo McCarey)

domingo, 6 de marzo de 2016

toda cara



No sé quién preguntaba a uno de nuestros mendigos, 
a quien veía en camisa en pleno invierno tan campante como aquél 
que se cuece con las martas hasta las orejas, cómo podía soportarlo:
 ..y vos, señor, respondió, bien tenéis la cara descubierta; pues yo soy todo cara.
Montaigne, Bresson

...hablando de memoria diría que es una película sobre la educación y sobre la confianza, y también sobre los secretos y sobre las mentiras, las virtudes y peligros de los secretos y de las mentiras, es también una película por la que Bing Crosby se pasea, a veces espectador, a veces interviniendo, y también sale el ángel de Qué bello es vivir (que es del año siguiente), haciendo de amargo capitalista, qué idea más rara, o no, porque el personaje, por necesidades del guión, tiene que cambiar, y al mismo tiempo a la película no le interesa hacer verosímil la maquinación que lo hace cambiar, así que el personaje viene ya cambiado de fábrica, al volverse bueno es como si volviera a su ser, y así las cosas pueden ir pasando a su ritmo, sin forzar, y quizás sea por eso, por la libertad de ir a su ritmo, por lo que es una película sin historia de amor, sí, es una película a la que nada distrae de sus distracciones, las secuencias, más que encadenarse de causa en efecto, van desvelando nuevas perspectivas de dos o tres problemas, las cosas esas que decía del secreto, la confianza y la educación, y en el centro de ese mundo está, flotando, sonriendo, pensando, sufriendo, Ingrid Bergman, que es toda cara y vuelo del hábito blanco y negro, toda rostro sin cuerpo y hay que verla dando lecciones de boxeo libro en mano, hay que ver su juego de pies, sí, hablando de memoria eso es lo que recuerdo, una cara luminosa y un cuerpo flotante blanco y negro, y todo lo que puede pasar por una cara, una cara es algo que no existe de una vez por todas, una cara es movimiento, es la vida que la anima, y quizás había que verla así, sin cuerpo, con un cuerpo flotante de tela, para ver, de veras ver, ese mundo que es una cara...
(Las campanas de Santa María, Leo McCarey)