lunes, 29 de diciembre de 2014

dos mujeres se bañan



... no se ve nada de nada pero es un plano muy bello de Esposa, sé como una rosa, dos hermanastras en el baño, se han conocido hace unas horas, son hijas de un mismo padre, un padre que hace ya más de quince años dejó a la madre de la primera y se fue de Tokio para vivir con la madre de la segunda en un pueblo lejos de todo, suena la música y ellas no se hablan, casi no se hablan en toda la película, tampoco pasan mucho tiempo juntas, casi no se hablan pero se miran, así que ella fue primero, así que ella fue después, ella tienes sus razones, yo tengo mis razones, casi no se hablan pero se miran, sí, y se bañan juntas, el plano es muy bello, decíamos, por lo que cuenta, ese instante de silencio juntas, entre ellas el silencio y el agua, y también por la luz, esa mancha de luz abajo que son ellas, manchas blancas sobre fondo oscuro, la mala copia acentúa el efecto, y esa otra mancha de luz que vibra en la pared, sobre ellas, hacia el fondo, y suena la música, y afuera es el atardecer, es todo muy triste y muy suave, ella fue antes, ella fue después, pero la realidad no es así del todo, el antes no acaba de desaparecer, y el después no puede ser borrado por el antes, las razones conviven en el tiempo, yo, tú, él, ella, nosotros tenemos nuestras razones, y no es exactamente terrible, como decía Renoir, es sobre todo complicado, y la aventura de la protagonista es un poco la de ir comprendiendo todas las razones, la de ir viendo las cosas punto de vista a punto de vista, hasta poder elegir algo que le parezca bueno en sí con lo que ha ido aprendiendo, con la imagen de su mundo que ha ido recomponiendo pedacito a pedacito, como una cámara que plano a plano nos va dando los detalles de la escena, hasta que podemos verla al mismo tiempo en su conjunto y en sus detalles, de cerca y de lejos, y al tener ese imagen completa comprender también que todos tenemos nuestras razones, pero que no todas las razones se valen, sí, pero es más tarde, por ahora el tiempo de las decisiones y de las razones ha quedado suspendido, afuera atardece, suena la música, vibra la luz al fondo en la pared de piedra y dos mujeres que apenas se conocen se bañan, en silencio, en la luz blanca, en el agua...
(Esposa, sé como una rosa, Mikio Naruse)

viernes, 26 de diciembre de 2014

así fue como se reencontraron Églantine et Perceval


... sobre la espalda de este hombre sacado de una cama de miseria para rodar un plano en las duchas de un hospital o de un hospicio, sobre esa espalda que frota la mano derecha de Églantine, la mano izquierda de Perceval reencuentra la mano izquierda de Églantine, sobre la espalda de ese hombre sacado de su cama de mala manera por Edgar el cineasta, vuelve a empezar, quizás, la historia de Églantine y Perceval, la historia de los jóvenes que por ser jóvenes no necesitaban historia, y por qué sobre esa espalda, pienso ahora en el lomo del asno Baltasar y no es eso, me pregunto qué importa más en ese plano, si las manos o la espalda, qué lugar es ese, esa espalda, quizás las manos de Églantine y Perceval ya no pueden encontrarse en el aire, me pregunto si esa espalda es su red Tristán, como la del matrimonio de viejos resistentes que veremos más tarde, me pregunto sobre qué se encontraban o no Edgar y la mujer que iba de tren en tren limpiando y cuyo tono de voz hacía vivas las ideas, me pregunto, sí, por qué esa espalda, y temo ponerle palabras, hacerla símbolo de algo, traducirla, una espalda no se traduce, no, pero debería de haber algo que pensar a partir de ese plano de ese número tres, mano y mano y espalda, decidme, por favor decidme...

(Elogio del amor)

jueves, 18 de diciembre de 2014

mismamente










los lunares se quedan
los hoyuelos se van
parapá parapán






(La gran ciudad, A nuestros amores)

miércoles, 10 de diciembre de 2014

todo lo que pedía






... es un plano muy sencillo y muy bello, hacia el final de Pyaasa, cuando Vijay aparece en el homenaje que le hacen en el aniversario de su supuesta muerte y desde el fondo de la sala canta y cantando responde al mundo que encumbra a los muertos y desprecia a los vivos, quién querría un mundo así, sí, es un plano muy sencillo y muy bello, es Gulab que reconoce a Vijay, que comprende que está vivo y se vuelve sonriendo hacia su amiga Juhi, hay entre ellas una sonrisa cálida, una sonrisa feliz, y luego Gulab apoya la cabeza en el hombro de su amiga, sí, porque Gulab no necesita seguir mirando hacia Vijay, no, en ese momento lo que cuenta es la felicidad de saberlo vivo, no hace falta verlo, no hace falta mirarlo, tan solo saberlo vivo, ahí al lado, o muy lejos, da igual, sí, todo lo que pedía es que estuviese vivo, que estuviese en esta tierra, en algún lugar, cualquier lugar, en este mundo, y que nunca muriese, en ese momento Gulab no espera ni desea nada más, y eso es muy bello, y también cómo su amiga Juhi la mira y apoya la cabeza contra ella, cómo Juhi se siente feliz de la felicidad de Gulab, hay un instante de calidez, de felicidad desinteresada, que apenas dura un instante pero que de pronto nos recuerda que hay otro mundo posible dentro de ese mundo que Vijay quiere quemar, sí, hay un mundo que se puede querer dentro de ese mundo despiadado donde casi todo se compra y se vende, porque es una película desesperada, sí, pero hay gestos así, una sonrisa, una cabeza que se apoya sobre un hombro, hay otra película por debajo, la película de Gulab, una película que nunca se desespera del todo, y en el último instante se encuentran la película de Gulab y la de Vijay, y es un final feliz, hay que verlo, una felicidad hecha de luz y sombra y viento y música, una final feliz muy frágil, apenas dos seres que se alejan, ya se puede acabar la película, no pedimos más, no, sólo saberlos juntos, saberlos vivos, en algún lugar de este mundo, quién querría sino de un mundo así ...
(El sediento, Guru Dutt)

viernes, 5 de diciembre de 2014

un rato así




... es una frase triste, tristísima, de puro amarga y malvada, en una película triste, casi tristísima, la dice una mujer mal casada y mal encarada cuando le preguntan por qué agobia y se empeña en intentar malcasar a su hermana pequeña, porque no soporto a las que son así, y así quiere decir diferente de ella, quiere decir capaz de imaginar y de desear la vida de otra manera, intentando no dañar ni ser dañada, una vida donde el centro no sean ni los hombres ni el dinero, es una frase triste y malvada, sí, en una película triste y dura, una película de dinero, de préstamos y de seguros de vida, de deudas y de favores, tres hermanas, un hermano y una madre, y los maridos y pretendientes, y el aire entre todos esos personajes, que es un aire hecho de eso, de dinero, de desconfianza y de destrucción, hay que ver el plano en el que una de las hermanas, que acaba de enviudar, al sentir cómo todos a su alrededor piensan en su dinero, sale a llorar sola al callejón, en cuclillas, hasta que la vista de un gatito (sí, sí) le da un breve alivio, un respiro de humanidad, y si la película se queda en triste y no en tristísima es porque se adivina otro mundo, y suena por aquí y por allá una música de piano, hay una inquilina casi sin dinero y que apenas come pero que tiene un tocadiscos, un piano que es como un canto de sirenas invitando a saltar de ese barco que de todas maneras se hunde, y cuando más tarde la hermana que no es así se mude, oirá también un piano sonando en casa de los vecinos, y conocerá a un pianista que tal vez también sea así, pero eso la película no lo resolverá, no, más que la posible historia con el chico importan la visita de una de las hermanas, y luego de la madre, a ver cómo vive ahora la chica, y la sensación de que ellas comprenden el porqué, sí, liberándose la chica consigue compartir con ellas un poco de su visión, y sentimos en ellas un alivio, o un poco de paz, que no sabemos si durará, pero es sorprendente eso, la película no resuelve el problema del novio o no, no lo necesita, ni acaba de resolver ninguno de los conflictos, de pronto importa otra cosa, que la hija haya podido, en lo que dura una tarde, menos, en lo que dura un relámpago, mientras al fondo suena un piano, tras haber llorado mucho las dos, compartir su visión con su madre, hacerle un poco de bien, recordarle que ella también es, puede ser, un poco así...
El relámpago, Mikio Naruse)

jueves, 4 de diciembre de 2014

el único único

... y al terminar Sogni d'oro dijimos que qué solo estaba Moretti/Apicella en esa película, que no hablaba con nadie ni nadie de veras le hablaba, qué desesperación había allí, aunque era una desesperación muy divertida, o con mucha gracia, o que a ratos daba mucha risa, una risa de cómico violento, Moretti se liaba a golpes con todo lo que podía, como Chaplin/Charlot en sus primeros cortos, la risa de las patadas en el culo, en guerra con el mundo, a puñetazos y a gritos, Apicella cineasta, Apicella boxeador, te zarandeo antes de que tú me zarandees, por si acaso, y a veces ya ni daba risa, como la secuencia con la madre, que empezaba con risa de bofetadas y acababa con malestar de bofetadas, con risa helada, así no hay manera, claro, de no estar solo, solo y único, ¿único porque solo?, eso dice Apicella, sí, dice que él es entonces el único cineasta de Italia, ni más ni menos, y ahora pienso que no es extraño que Moretti acabase haciendo una película sobre el Papa, nadie debe de haber en Italia más único, y más solo porque único, que un Papa, solo y en el centro del mundo, como se sueña Apicella en Sogni d'oro, solo en su coche rodeado de coches que pitan y pitan, como está solo ante el penalty Apicella en Palombella Rossa, si hasta cuando Moretti hizo una película sobre una familia, La habitación del hijo, la hizo sobre un padre que no sabía ser padre, que se comía todo el espacio a su alrededor, que necesitaba ni más ni menos que la muerte de su hijo para empezar a darse cuenta de que este de veras había existido, para empezar a vivir un poco con los demás, sí, son películas de gente sola, muy sola, y que se lía a golpes con el mundo, y a su lado están los que ya ni siquiera se lían a golpes, está el cineasta que lleva seis años sin rodar, que va de despacho en despacho intentando vender sus guiones, que tiene en mente el cartel tan bonito que hará si por fin vuelve a rodar, y que ya no golpea a nadie, ya solo pide un poco de afecto, que le hablen de otra manera, y ahí también se le hiela a uno la risa, no porque las escenas no tengan gracia, que la tienen, pero tienen aún más tristeza, y entonces uno quiere también liarse a patadas con el mundo, uno quiere al menos tener gracia, sí, a falta de tener esperanza, tener gracia, Apicella sobrevive porque tiene gracia, sobrevive al borde del precipicio donde se acaba la risa, donde el cineasta pingüino se transformaría en el profesor lobo...