I
– ¿Qué me dices de este fotograma?
– Veo en él toda la ilusión del mundo.
– Además, está Estelle Parsons.
– Sí, casi nadie se acuerda de ella.
– Es lo que tiene ser actor secundario.
– Hombre, de algunos sí que se acuerda la gente.
– De algunos.
– La relación entre las dos está muy bien contada, con ternura, con sabiduría, con delicadeza.
– Es que Paul Newman sabe de lo que habla.
– Paul Newman era actor.
– Fue su oficio principal.
– Y muy buen observador.
– Sí.
– Imagínate lo que pudo aprender en el plató con McCarey o con Hichcock.
– Por cierto, que en esa secuencia hay otro plano precioso. Un plano del rostro de Joanne Woodward en el que se reflejan las hojas del bonsái que le ha regalado su amiga.
– ¿Tan bonito como Mizoguchi o como la Karina delante de la cámara de Godard?
– Igual de bonito.
– Otro plano memorable entre las dos es cuando se hablan de ventana a ventana, en el colegio. Parece un plano de Ozu.
– Y un poco después, cuando intentan atrapar al pájaro para meterlo en la jaula, en la clase, también está muy bien.
– Es muy diferente.
– Parece rodado cámara al hombro.
– Es un momento de felicidad. Y en la película no hay tantos.
– Además, cuando sucede lo que sucede, unos minutos más tarde, la escena, bella de por sí, cobra otro matiz.
– ¿Te refieres a lo que sucede entre las dos después de la reunión religiosa?
– Sí.
– Va a cambiarlo todo entre ellas.
– No todo, hombre. Acuérdate del final. Y de la reconciliación entre las dos en el umbral de la casa, a las tres de la mañana.
– Sí. La casa es muy importante. El hogar. Y los porches. ¿Te has dado cuenta de que muchas escenas importantes de Paul Newman transcurren en un porche?
– También en las de Ford.
– Sí, bueno, y en las de Nicholas Ray. Y en los poemas de Robert Frost.
–¿Quieres decir que es algo importante en la cultura americana?
– Imagino que sí.
II
–¿Y qué me dices de éste?
– Muy bonito.
– La cámara no podría estar en otro lugar. Están y no están juntos.
– La historia con el tipo es bastante sórdida.
– ¿Recuerdas cuando ella pierde la virginidad? Se deslizan por debajo de una barrera, parece una zona cortada, están cerca del cementerio.
– La pérdida de virginidad más terrible que recuerdo, junto con la de Badlands y la de À nos amours.
– Hombre, alguna otra habrá.
– En el cine clásico esas cosas no se veían. No se hablaba de ello. Al menos no tan directamente.
– Al mismo tiempo, si no hubiera conocido al tipo, jamás habría tomado la decisión de dejar el pueblo.
– Es cierto.
– Me encanta el plano contraplano entre los dos, cuando por fin quedan para ir al cine. Esos planos generales. Ese diálogo a muchos metros de distancia.
– Hay tantas cosas en la película...
– Fue su primera película. Tenía que demostrase a sí mismo y a los demás que podía ser buen cineasta.
– Ganó el premio al mejor director en el Festival de Nueva York.
– Y tuvo varias nominaciones a los oscar.
– Hay prácticamente una idea por plano. Hay muchísima invención. Flashbacks, cambios de ángulo y de puntos de vista, además con unos racords perfectos, nada de falsos racords. Imágenes mentales…
– Hay una memorable. Cuando se ve a sí misma tirándose por la ventana. El temblor de la cámara cuando el cuerpo golpea contra el suelo.
– Sí, increíble.
III
– ¿Y de éste?
– Yo no veo nada
– No hay nada que ver. Tienes que imaginártelo. O ir ahora mismo, ya, a comprarte el dvd. Te lo voy a describir. Dura escasos segundos. Si no recuerdo mal, en el hospital. A lo lejos se ve el cementerio, el cementerio es muy importante en la película.
– Todos los lugares de la película son importantes.
– Tienes razón.
– Perdona, te he interrumpido.
– Transcurre, decía, en el hospital. Si no recuerdo mal se trata de una panorámica. La cámara se detiene unos segundos en la ventana, y a lo lejos vemos el cementerio. El cementerio y una mujer. Una mujer vestida de rojo. Podría no haber nada pero hay esa mujer. De rojo.
– Qué bueno. Es como un detalle en el fondo de un cuadro.
– Es ya la madre de La influencia de los rayos gamma.
– Es y no es ella misma.
Creo recordar una escena de pérdida de virginidad, eliptica pero muy emocionante, en el Adios a las armas de Borzage. (Los clasicos a veces hacian esas cosas.)
ResponderEliminarRudolfo Sirk