domingo, 10 de enero de 2016

que tu peli izquierda no sepa lo que hace tu peli derecha


Hay en Pickpocket dos películas.
Una película de manos y una película de palabras.
En la película de manos los personajes apenas se hablan.
En la película de palabras los personajes apenas se tocan.
La película de manos viene de una realidad escondida y es admirativa y admirable, con esa emoción física que producen los gestos precisos que parecen imposibles.
La película de palabras viene, más o menos, de un libro de Dostojevski, Crimen y castigo. 
Pickpocket es un collage, una historia rusa en las calles de París, como Los bajos fondos, de Renoir, como Cuatro noches de un soñador.
Del libro a la película, de Rusia a París, un cambio: allí el protagonista era un asesino, aquí es un carterista, allí el protagonista causaba un daño claro, irreparable, que el lector, creo, no puede aceptar, aquí no parece que el protagonista le cause un daño irreparable a nadie cuando roba y los momentos de robo son, además, momentos de alegría de tan bien que están filmados.
Cada vez que vuelvo a ver la película entiendo menos las discusiones con el policía y el asedio al que es sometido el protagonista. Me parece desmesurado para el crimen del que es culpable. Creo que son frases y situaciones venidas de un libro en cuyo centro había dos asesinatos. Pero aquí no hay asesinatos, no hay, de manera clara, daño hecho a los otros en provecho propio. En ningún momento sentimos, por ejemplo, que ese dinero robado sea indispensable a aquellos a los que se roba.
En cierto modo, creo que la película de las manos y la película de las palabras nunca llegan a encontrarse. (En Un condenado a muerte se ha escapado, por el contrario, las manos y las palabras conviven en la misma película, responden a los mismos problemas, y hay una constancia en la belleza de la película, no hay, como en Pickpocket, escenas que destaquen por encima de las otras.)
Bueno, olvido un robo, que no se ve pero se cuenta, y que sí es posible que cause un daño irreparable a alguien: en algún momento, antes de que empiece la película, el protagonista le ha robado dinero a su madre. La madre se ha dado cuenta y podemos llegar a pensar que la enfermedad que la lleva a la muerte esté agravada por lo que sabe sobre su hijo. En ese sentido, por lo que acaba pagando el protagonista no es por sus robos, sino por el daño que le ha hecho a su madre, daño que reaparece y se aclara en la escena que tiene con Jeanne antes de huir a Italia.
Hay, entonces, los robos de la película de las manos y el robo único de la película de las palabras, y todo lo que sucede al final de la película tiene que ver con ese único robo técnicamente fácil que nos ha sido contado, no con los robos técnicamente virtuosos que sí hemos visto y mi duda es si ambos tipos de robo llegan alguna vez a encontrarse en la película como lo hacen el mente del comisario, que del uno deduce los otros.
La mano que Jeanne besa al final, ¿es la mano virtuosa que ha robado tantas carteras y relojes o es la mano que ha provocado la muerte de su propia madre o las dos son la misma mano?

(También puede ser, claro, que yo no estuviera atento y que la alquimia que reúne la película de las manos y la película de las palabras sea cosa que requiere atención y cuidado, o quizás fuesen los dos tipos que tenía a cada lado y que rebosaban de su butaca sobre la mía, o el rato de concierto de toses, o ese otro rato durante el que se fue el foco.)

(Pickpocket, Robert Bresson)

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