sábado, 9 de enero de 2016

bienvenidos al lenguaje



... Fontaine, Terry, Blanchet, Orsini, Jost, cómo se oyen y se recuerdan los apellidos en Un condenado a muerte se ha escapado, cómo se oyen en un mundo donde cada palabra dicha y cada palabra escrita son algo ganado, un tesoro y un riesgo, qué valiosos son un lápiz y un trozo de papel, una biblia, la letra de una canción militar, un courage en el reverso de un paquete con azucarillos...
... cómo cambia palabra a palabra el viejo Blanchet, que ocupa la celda junto a la de Fontaine, el viejo Blanchet que empieza por pedirle a Fontaine que deje de rascar su puerta, que por su culpa pagarán todos, y que acaba por decirle, refiriéndose a la fuga fallida de Orsini, tuvo que fracasar él para que tú lo consigas, y Fontaine le dice qué extraordinario que diga eso, sí, qué extraordinario que sea usted quién diga eso, se hablan como con la sequedad luminosa de enigmas, sequedad algo evangélica, como de tiempo en el que no era fácil escribir y hacer durar y había que elegir lo que se escribía y las palabras tenían que sobrevivir al tiempo, al olvido y a la destrucción, con una tensión en la que falta el aire...
... el viejo Blanchet cambia, por la palabra y los actos de Fontaine cambia, hay un extraño optimismo en esta película de cárcel y de tiempos difíciles, nadie decepciona, aunque este optimismo pase, quizás, por no dar rostro humano a los carceleros, por no ver nunca a los soldados alemanes que crean ese mundo y esas condiciones en las que la palabra se vuelve tan valiosa, en donde el silencio ha reinventado la palabra...
... qué valioso es un lápiz con el que poder escribir y deslizar un mensaje en el bolsillo del cura, para que se sepa su plan, para que todo lo hecho y pensado en la soledad de la celda no se pierda...
... en las palabras se juega todo, y con la palabra Fontaine prueba y tensa a Jost, como prueba y tensa las cuerdas y ganchos con las que van a huir, dura y dura esa puesta a prueba, y Fontaine es cruel, porque la alternativa a esa crueldad de la palabra sería la crueldad mucho mayor del matar a Jost, pero no recordaba hasta qué punto era la palabra la que ponía a prueba al chico y lo que le permitía a Fontaine ir más allá de la duda y, al cabo, triunfar en la huida...
(Un condenado a muerte se ha escapado, Robert Bresson)

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