jueves, 2 de junio de 2011

Todo Newman: The shadow box (1980)



I

Caja de sombras

Lo primero que me llamó la atención de la película, antes de verla, fue el título. ¿Qué es esto? Descubrí entonces que shadow box es una caja de cristal en la que se guardan objetos para protegerlos de la luz, del mundo exterior. Suelen ser cajas enmarcadas. Suelen contener objetos personales, fotos, cosas que resumen una vida. También shadow box o shadow boxing significa boxear sin contrincante, boxear contra el aire, de algún modo.

The shadow box es la cuarta película de Paul Newman, tras ocho años sin dirigir. Una película realizada para la televisión (otra caja de sombras) que pasó prácticamente desapercibida. Quizás la película más sencilla, más directa, de todas las que hizo. Como si los cineastas, cuando trabajan para la tele, estuvieran más preocupados por la claridad de lo que están contando, como si fueran más al grano, por decirlo de algún modo y aprovecharan las limitaciones del medio. Véase la extraordinaria ‘Sólo quiero que me améis’, de Fassbinder. O ‘Behindert’, de Dowskin (En esa película aparecí por primera vez delante de la cámara porque era una película hecha para la televisión y al ponerme yo mismo en escena me resultaba más fácil hacer comprender al público lo que quería decir). Ese público que, por otra parte, hasta los años sesenta fue el público del cine.

La película empieza con un plano desenfocado, borroso, mientras se escucha el tictac de un reloj y unas voces. “¿Cómo funciona?”, “¿Y pueden verme?”, “¿Es como la tele, entonces?” El dispositivo es el siguiente: unos pacientes terminales se expresan ante una cámara. Alguien (a quien nunca veremos, salvo el cogote y parte de la espalda) hace preguntas. Las imágenes son vistas por el personal del centro, enfermeros, médicos, estudiantes (de quienes sí veremos algunos contraplanos), por nosotros, en definitiva, espectadores de televisión.


II

Monólogos

The Shadow box es una película de monólogos. Monólogos dichos directamente a cámara. La historia se centra en tres personajes, tres pacientes. Pero el que retenemos sobre todo es el de la hija de una de las pacientes, interpretada por Melinda Dillon. Probablemente desde Eustache no habíamos visto semejante confianza en la palabra desnuda y en el actor.


III

Filmar el telón

En la película no solamente hay monólogos directos a cámara. Hay, antes que nada, situaciones. Es toda la parte que transcurre en los chalets en los que están instalados los pacientes. Tres personajes y su entorno familiar. Uno recibe la visita de su mujer y su hijo. Otra espera cartas de una hija (su hija preferida) que se fue de casa, mientras la otra hija la acompaña y la atiende en los últimos días. Otro recibe la visita de su ex mujer. La película avanza poco a poco, nos presenta a los pacientes, a sus familiares, las diferentes situaciones, hasta que todo “se resuelve” en la última media hora, espléndida.

Centrémonos en la primera historia. ¿Hemos dicho ya que todos los actores están fantásticos? Como en todas las películas de Newman. La del paciente que recibe a su mujer y su hijo. Cuando al final la mujer consigue por fin entrar en el chalet y se produce la reunificación familiar y la cámara de Newman se queda elegantemente fuera de la habitación. Y nos enteramos de que el hijo ya sabe lo que está pasando y, con esa lucidez que pueden tener los adolescentes, lo único que espera es aprovechar al máximo el tiempo que estarán allí junto a su padre. O la historia de la mujer mayor que vive todavía con la esperanza de volver a ver a su hija preferida, esperanza que mantiene viva su otra única hija, que escribe las cartas por su hermana. La secuencia en la que lee a su madre la carta es una de las más emocionantes que se han filmado en los últimos años. Empieza leyéndosela en la cama, pero poco a poco se levanta, deja la carta (se la sabe de memoria) y se acerca a la ventana. Y entonces, como en la historia anterior, la cámara filma la ventana desde fuera, mientras la hija, sin dejar de decir la carta, corre las cortinas, como si se tratara del telón (the shadow box es una obra de teatro). Y entonces hay un fundido en blanco indescriptible. Como si por fin entrara la luz en las cajas de sombras. Y la película se precipita hacia un final extrañamente luminoso, con todos los personajes en el jardín, en paz consigo mismos y sus familiares.

Y entonces llega el último plano: un tipo de la limpieza apaga el monitor.

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