Fuller no es Ozu.
(Si es para decir semejante tontería…)
A Ozu se le define demasiado a menudo por lo que no hace: no hace movimientos de cámara, no enseña tal o cual momento… A menudo sin fijarse en lo que Ozu sí hace.
Fuller no es Ozu, pero después de ver Shock Corridor he acabado pensando en lo que Fuller no hace.
En Shock Corridor el mundo exterior no existe: un despacho, un cabaret, un hospital psiquiátrico, una comisaría.
Las únicas imágenes del mundo exterior son mentales: flashes mentales, recuerdos de los pacientes, el mundo exterior encerrado en lo más profundo de sus recuerdos, de sus cabezas. Exteriores de aspecto documental y en color, la libertad, pero encerrada en una memoria perdida. (Los personajes están siempre en lugares cerrados, los locos parecen todos aún más encerrados en el interior de sus cabezas y de sus representaciones. Cuando vemos esas imágenes recordadas no hay ningún personaje en ellas, permanece la separación entre la realidad y los personajes.)
En el cabaret los espectadores no existen. Es un escenario, visto de demasiado cerca o de demasiado lejos, un hombre que pasa por las bambalinas y una especie de camerino pasillo.
No ver el mundo exterior es una elección radical respecto a la norma cinematográfica. Ni siquiera por las ventanas se ve algo.
Hay interiores, pero no hay ningún hogar. No sabemos dónde viven juntos el periodista y su mujer, ni siquiera podemos hacernos una idea de a qué se puede parecer su vida común. (Por cierto, vista ayer Bad Lieutenant de Herzog, donde Nicolas Cage tampoco tiene casa, la tienen su padre y su novia, pero no él, y cuando le vemos dormir es en un almacén de la comisaría.)
Para acentuar esa ironía del encierro al pasillo del hospital lo llaman “la calle”.
Cuando algo exterior llega al fin a ese pasillo, cuando llueve, es un delirio. En la realidad allí ni llueve ni el aire sopla donde quiere.
El pasado de los dos personajes principales no existe. El periodista se resume a deseo pasado y presente que es lo único que lo orienta hacia el futuro: ganar el Pulitzer. El único pasado que enuncia es inventado: los deseos incestuosos de infancia que inventan para engañar a los médicos.
Los tres locos interrogados sí tienen un pasado, oculto y que va a emerger, pero este pasado no es escuchado por nadie y volverá a ser olvidado, puesto que lo único que interesa al periodista es un nombre, el de un asesino.
Periodismo: los tres recuerdos ocultos tratan sobre la guerra de Corea y el enfrentamiento entre Estados Unidos y el Comunismo, sobre la segregación racial y sobre la amenaza nuclear. Temas serios. Temas perfectos para una portada de periódico. Pero eso no es un Pulitzer, el Pulitzer es una nota de sucesos, el nombre de un asesino que a nadie importa realmente.
Periodismo2 (optativa): comparada a otra película sobre periodismo y simulación, Más allá de la duda, aquí no hay en ningún momento por parte de los personajes deseos de denunciar una situación, lo cual, con el tema de la psiquiatría, hubiese podido parecer normal. Aquí solo hay un premio que ganar.
Ni siquiera interesa saber cómo fue el crimen, por qué razón, cómo era la víctima… No se van acumulando pistas para aclarar lo que sucedió, como suele suceder en las historias policiacas. Sólo se busca un nombre, una palabra en medio de memorias en ruinas. Un nombre = Pulitzer.
Sloan, el asesinado, tenía, en cambio, un sentido de la moral, lo dice el paciente que da el nombre del asesino. En cambio cuando el periodista se pelea con el asesino no parece haber ninguna razón moral, sólo la agónica confirmación del triunfo.
Al final el periodista acaba catatónico, pero con el Pulitzer. Normal que esté catatónico: todo lo que era su identidad, el deseo de conseguir el Pulitzer, ha sido alcanzado. (Esto es sin duda inexacto, no es por eso que se queda catatónico, no sólo, pero tampoco está de más decirlo.)
Habitaciones sin vistas, vidas sin vistas, memorias casi sin vistas.
(Casi: fugaces ventanitas de colores.)
"los tres recuerdos ocultos tratan sobre la guerra de Corea y el enfrentamiento entre Estados Unidos y el Comunismo, sobre la segregación racial y sobre la amenaza nuclear..."
ResponderEliminarMás que curioso que sólo el falso loco sitúe en las relaciones familiares la raíz de su locura, mientras que los locos de verdad se han vuelto locos por causas directamente políticas.
El tío Gillito y Félix el Gatto hablaban de algo parecido contra el psicoanálisis: el loco no delira sobre papá y mamá sino más bien sobre conspiración mundial, cataclismo universal, etc.
enhorabuena por el blog
Es cierto, más que curioso. A cada rato más compleja esta película. A la manera de Fuller,o lo que intuyo su manera recordadno Yuma, cosas claras que llevan a lugares insospechados.
ResponderEliminarTengo curiosidad por leer lo que al respecto dicen el tío Gillito y Félix el Gato (¿Es en el anti-mickey?).
¿No será entre otras cosas que nos conviene que los locos sean pequeños y sus locuras también, que si la política los ha vuelto locos preferimos no creerlo, escarbar y demostrar que es por un complejo de infancia, porque sino tendríamos que preguntarnos porqué a nosotros el mundo no nos vuelve locos, si en el fondo de nuestra cabeza sin ventanas no nos falta algo?
Sí, efectivamente, en el Anti-Goofy, pero también aquí, en esta extraordinaria página web con muchos de los cursos de Gillito en pdf + mp3, una mina:
ResponderEliminarhttp://www.univ-paris8.fr/deleuze/article.php3?id_article=68
"Une des choses fortes il me semble, vraiment là, c’est presque ce qui maintenant me plaît le plus quand je repense à "L’anti-Œdipe", une des choses fortes de "L’anti-Œdipe", à mon avis et ça, ça devrait pouvoir rester, c’est l’idée que le délire est immédiatement investissement d’un champ social historique. Je dis ça devrait pouvoir rester parce que c’est le type d’une idée simple, c’est pas compliqué de dire : ben vous savez hein, qu’est-ce vous délirez finalement, vous délirez l’histoire et la société, c’est pas votre famille !"