Estamos en Le vent de la nuit (1999). Dos hombres están comiendo en un café. Están en Italia, van camino de París en coche. Hablan del pasado, del 68, de drogas. De pronto, empieza a sonar una canción. Un segundo y medio después empieza el plano. Unos 35 segundos. La cámara filma un televisor. Se supone que es el del café en el que se encuentran los dos personajes. Se trata de un programa de la Rai uno. Parece un concurso.
La canción suena durante los 30 y pico segundos: Cuando llega la noche / y la ciudad duerme ya… Una bella canción. Y el espectador se dice al principio que el cineasta ha conseguido meter dos Italias en el mismo plano. La de Berlusconi y la de los poetas. Pero es algo más. Hay una concordancia (por emplear el término de Jean-Claude Rousseau) entre el ritmo de la canción y los movimientos de las chicas (muy guapas, ligeras de ropa, por supuesto). La imagen es más fuerte que las posibles interpretaciones a las que pueda dar lugar. Las dos Italias no se oponen, coexisten poéticamente en el mismo plano.
miércoles, 2 de diciembre de 2009
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El Diablo lo pidió:
ResponderEliminar¿no sería hora de publicar la detallada descripción de la paradjanoviana teletienda italiana?
Una de las dos italias ha de partirnos el corazón.
Lo apunto en la agenda. Urge, sí. Estuve haciendo mis pesquisas e incluso encargué un libro, para documentarme (no era sobre la teletienda, sino sobre otra cosa). Es posible que escriba sin documentación alguna. La entrada sobre Montparnasse 19 (ver más arriba) puede ser el pie adecuado. De paso encargo otro pie adecuado, uno que se ha anunciado en torno a "el Paradjanov italiano" (Lugarteniente dixit), Vittorio "Alubias Pochas" Cottafavi. Necesito ver esas patas de caballo, así que se lo encargo al Lugarteniente, a él mismo, por ejemplo. Por mi parte necesitaré algunos días para completar el conjunto teletienda-Italia, mi particular Giro: lo prometo para antes de navidad.
ResponderEliminarEscribo para añadir que "mi particular Giro", y no sé montar en bicicleta.
ResponderEliminarHace poco conocí a una chica que tampoco sabía, lo que me consoló ampliamente. No sé muy bien por qué. Que un chico y una chica se confiesen poco a poco y con medias palabras que no saben montar en bicicleta, ¿no es también como que dos Italias se unan en un mismo plano que, en un cierto sentido, prueba ser capaz de desactivar su oposición (de hacerlas "concordar")? Digamos entonces que esto no sería como que una Italia supiera y la otra no, o como que la otra supiera y la primera no, o como que las dos supieran. Sería quizá, más bien, como que ninguna supiera.
Dicho esto, siento la necesidad urgente de pensar la contraria, Manuel. A ver qué te parece. El hecho de que esto sea precisamente la tele y una bella canción, ¿no hablaría también de la "música" que calladamente puede hacerse pasar, que puede endiñarnos ese grifo siempre abierto de la televisión? Te confieso que me cuesta verlo así, tiendo antes a verlo como tú. Quizá por un defecto de fábrica me cuesta ver la oposición, luego no soy capaz de pensar en los términos ordinarios de montaje, no encuentro un contraste o el contraste se desactiva en parte para mí desde que "hay concordancia entre el ritmo de la canción y el movimiento de las chicas (ligeras de ropa)". Esto puede ser interesante, les trasladaré mis dudas a mis maestros en el Departamento de Montaje.
Por favor Manuel, sigue iluminándonos con estos planos perdidos, todo lo contrario de recursos, de televisores encendidos en un rincón europeo.