miércoles, 9 de septiembre de 2009

Bob el actor secundario

Un día, allá por la primera temporada de los Simpson, Bob el actor secundario, cansado de vivir y trabajar a la sombra del actor principal Krusty, idea un plan retorcido para que Krusty acabe en la cárcel. No soportaba seguir siendo el actor secundario. Pero le sale mal. No es tan fácil pasar de secundario a principal.(1)

Suele suceder que va uno por la vida de actor principal de su propia película. Y luego algunos comparten el cartel, a lo mejor los padres, un gran amor, un gran amigo, un maestro, un gran enemigo son en la película de una vida los otros actores principales.

Pero suele suceder también que haya desajustes. Que tal persona sea en tu vida un actor principal y sin embargo tú seas en su vida un personaje secundario. De ahí , de esa no coincidencia entre los argumentos de las películas que se cruzan con las tuyas,  nacen sufrimientos y desencuentros. Sin duda una cualidad singular es la de aquel que consigue que los demás se sientan actores principales de su vida, aunque solo sea un momento.

(Puede suceder también que uno viva, por ejemplo, en una comedia pero sea actor de un drama psicológico, una tragedia, un western o una de terror en la película de otra persona.)

Por poner un ejemplo: en Las noches blancas, de Dostoievski, el narrador encuentra a una chica que se quiere suicidar por un mal de amores, por alguien que ella creía el amor de su vida y que parece haberla olvidado. Durante cuatro noches el narrador va pasando de ser un actor secundario en la vida de la chica a ser un actor principal, mientras se va borrando el otro hombre. Al final, cuando el cambio está a punto de consumarse, reaparece el primer amante y el narrador se queda solo. En la vida de la chica ha vuelto a la condición de actor secundario, aparecido entre dos momentos de la acción principal. Sin embargo parece que en la vida del narrador la chica vaya a ser de por vida el actor principal, lo único sucedido en su película. (2)

Parece ser que James Gray escribió Two Lovers, entre otras cosas, después de haber leído Las noches blancas y con la ambición de hacer una película romántica americana en serio.

James Gray guarda del relato original la idea de un soñador, Leonard Kraditor (Joaquin Phoenix), que se enamora de una chica no muy estable Michelle (Gwyneth Paltrow) que a su vez está enamorada de otro, a la que personaje principal ayuda como puede sin que ella se dé cuenta hasta cerca del final que él se ha enamorado de ella. Habrá un breve momento de idilio y de promesa de un futuro juntos, pero a última hora ella vuelve al primer amante.

La diferencia fundamental respecto al relato de Dostoievski es que él no se queda solo. Ahí está Sandra (Vinessa Shaw).

Al final de la película Leonard no se va con Michelle, pero hay un final feliz, se queda con Sandra. Este final es extraño, rompe todas la costumbres sobre el relato del amor y de la pasión, si Leonard no puede irse con su amor loco entonces la película no puede terminar bien. Y de hecho el final es tan extraño que no se puede decir que termine bien, al menos no cuando llegan los títulos de crédito. Pero al salir del cine ese final sigue en la cabeza, y parte de la película se rehace.

Hemos visto la película pensando que Sandra era un personaje secundario en la vida de Leonard Kraditor y en la película que la cuenta. Pero quizás no sea así. Leonard, en el último momento, se da cuenta de que ha vivido, sin darse cuenta, una segunda película, su historia con Sandra. Una segunda película que también se titulaba “dos amantes”,

El relato también es una forma. James Gray en Two lovers reinventa una forma, desliza una historia de amor autodestructivo hacia una historia de amor terrenal, vivible.

Lo cual, de paso, nos abre la puerta a una discusión futura: la vindicación del final feliz, o porqué El Sur está muy bien, pero nos habría gustado verla entera.

Hagan un ejercicio, prueben a escribir un guión coherente, complejo, y a terminarlo con un final feliz a la altura del resto de la historia. Es muy difícil. Es, también, muy incómodo, hace pensar. Es mucho más fácil que acabe mal.

(Como esto era una suerte de monólogo de bar no se habla realmente de Two Lovers, queda pendiente, pero digamos ya que es una gran película, generosa con su historia y sus personajes, que merece la pena ver y volver a ver, porque siempre hay en ella algo que resiste. Y que la interpretación de Joaquin Phoenix es impresionante, hay que verle caminar, dudar si abordar o no a Michelle, estar incómodo en un restaurante de lujo, coger un abrigo dejándolo caer en la fiesta de navidad…)

 

1: Se podría discutir sobre el hecho de que le salga mal o no, al fin y al cabo consigue convertirse en el actor principal de un capítulo por temporada. Por extraños caminos llega quizás a lo que pretendía, sino ser el número uno de la tele para niños ser el número uno del crimen.

2: Noches blancas ha sido adaptada al menos dos veces, por Visconti y por Robert Bresson (Cuatro noches de un soñador)

 

Nota sobre Cuatro noches de un soñador

En el Morceaux de conversations avec Jean-Luc Godard   hay un momento en el cual Godard dice que en su época una chica y un chico que salía juntos tenían que estar de acuerdo sobre el cine, que tenían que ver algo propio a los dos en las películas, que si no había ciertos momentos que eran en especial para ellos no podían seguir juntos. También dice que eso ya no sucede, que el cine ha perdido esa función.

En Las noches blancas, cuando al fin parece que el narrador y Nastenka se van a quedar juntos, él le muestra a ella la luna, pero ella no mira la luna. Entonces todo se acelera, no mira la luna porque el otro hombre, el primer amante, está ahí, por casualidad, ha reaparecido. Y Nastenka se irá con él. En Cuatro noches de un soñador Bresson filma a los protagonista y a la chica, él mira hacia arriba, ella mira al frente, contraplano de la luna. Él está mirando la luna, para algo es un soñador, le dice a ella que mira la luna también, en un gesto torpe intenta cogerla por la barbilla para que ella levante la vista, pero ella está fija, mira de frente. No seguirán juntos.

No pueden seguir juntos porque no han visto la misma película, en el momento clave, cuando aparece la luna, no miran al mismo lugar, no ven lo mismo.

 

 

Una escena sobre el mismo tema

Intermezzo, acto uno, escena séptima

Jean Giraudoux

ISABEL

¿Tiene algo que decir, señor Farmacéutico?

EL FARMACÉUTICO

No, no tengo nada que decir.

ISABEL

¿Algo que hacer entonces?

EL FARMACÉUTICO

No, no tengo absolutamente nada que hacer. Me quedo un minuto, para la transición.

ISABEL

¿Qué transición?

EL FARMACÉUTICO

A mi edad, señorita, uno se da cuenta del personaje que el destino ha decidido hacerle interpretar en el escenario de la vida. A mí me utiliza para las transiciones.

ISABEL

Ciertamente, usted siempre es bienvenido.

EL FARMACÉUTICO

No es precisamente lo que quería decir. Pero siento que mi presencia sirve siempre como esclusa entre dos instantes que no están al mismo nivel, como un tope entre dos episodios que chocan, entre la felicidad y la desgracia, lo preciso y lo turbio, o a la inversa. Esto se sabe en la ciudad… Siempre soy yo el encargado de comunicarle la muerte en accidente de coche de su amante a la mujeres que juegan al bridge, el premio de un millón en la lotería a un cardíaco. Fui yo el que anuncio la declaración de guerra a la Unión de madres de soldados… Llego y por mi sola presencia el pasado da la mano al presente más inesperado.

(…)

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