domingo, 15 de marzo de 2020

lo que dura una canción



Podéis ver que hay un hombre y una mujer que están frente a frente y tras ellos, alrededor de ellos, sin mirarles, hombres y mujeres con el brazo en alto, haciendo el saludo nazi, y lo que no podéis ver es que todos esos hombres y mujeres con el brazo en alto están cantando una canción nazi, pero una vez que lo sabéis podéis comprender que este hombre y esta mujer que no alzan el brazo, que no miran en la misma dirección que los demás, se están negando a cantar esa canción y al hacerlo, o más bien al negarse a hacer, que aquí es otra manera de hacer, se están poniendo en peligro, están decidiendo ponerse en peligro al querer ser libres de no levantar el brazo, hay que haber visto al hombre, cuando se ha levantado de la silla, no saber qué hacer con sus manos y con la derecha estirarse la chaqueta, que es cierto que estaba un poco encogida, pero si no la hubiera estirado no nos habríamos dado cuenta, yo creo que era más por sentir lo raras que se pueden volver las manos cuando todos hacen el mismo uso de ellas y uno no, uno se niega, pero al negarse las manos se le hacen raras, uno siento como que las redescubre, ahí, al final de los brazos, tanto tiempo las hemos tenido y las hemos usado sin pensar en ellas y ahí están y se pueden volver un problema, qué hacer con ellas se puede volver una decisión, pero no era de esa mano incómoda de lo que quería hablar, además es posible que la esté exagerando, hay días o semanas así, que algo se nos desmesura, por ejemplo las manos, qué cosa más rara una mano, yo de lo que quería hablar era del tiempo de la canción, de cómo sentimos con el hombre y con la mujer lo larga que se puede hacer una canción, lo largo que se puede hacer el tiempo en general, pero con una canción se nota más, porque una canción es algo que no es tan largo, es algo que en poco tiempo se va a acabar, pero a veces ese poco tiempo puede hacerse eterno, gracias a la canción, tan breve y tan interminable, nos damos cuenta de eso, la cualidad del tiempo ha cambiado, si no hubiese habido canción breve haciéndose eterna no lo habríamos notado tanto, creo, aunque también es cierto que ni siquiera la canción dura hasta el final, uno de los nazis la interrumpe para buscar pelea con un pobre profesor, y ahí intervienen el hombre y la mujer y todo se empieza a complicar para ellos, o se sigue complicando, empezar ya había empezado, la canción, el breve tiempo de la canción, era en realidad una trampa que rodeaba a los personajes, una canción también puede ser eso, una trampa, quizás cualquier cosa pueda ser convertida en trampa, una breve canción, el breve camino que lleva de la puerta de casa a la puerta de la verja, el tiempo y el espacio de pronto se alargan, se hacen interminables, el tiempo también de la tortura oída siempre desde afuera, oída por los que no deben reaccionar, y a veces también el tiempo se hace cortísimo, el tiempo del amor ganado como a escondidas entre medias del tiempo de la amenaza, del tiempo de la política, el tiempo de una boda improvisada justo antes de una huída, tiempo que se hace interminable porque se sabe que cada segundo acerca el peligro, pero también tiempo que se querría interminable, que se querría que pudiese abrir desde dentro una brecha en el tiempo de la amenaza, una brecha que se fuese abriendo y abriendo hasta deshacer el tiempo de la amenaza y devolvernos al tiempo de la felicidad, que en la película es el tiempo original, el tiempo de los orígenes, el tiempo perdido que apenas podrá ser convocado ya a escondidas, tiempo furtivo, tiempo animal perseguido, tiempo respiro. 
(The Mortal Storm, Frank Borzage)

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