lunes, 16 de marzo de 2020

nuestro teatrillo ambulante



Se ve bastante mal, pero aún así algo podéis ver, hay una pareja bailando, al fondo hay una orquesta que toca y están todos en un restaurante con las mesas y las sillas ya recogidas, todas las mesas de dos en dos, una encima de la otra, todas las sillas de dos en dos, una encima de la otra, todas o casi todas, ahí a la izquierda podéis ver una silla sola y una mesa sola, son la excepción, y el baile también es la excepción, es el baile de después de los bailes, es el baile de después de la hora de cierre, el baile que normalmente no tendría lugar pero esta noche sí, esta noche hay algo que se abre en el tiempo y sucede este baile, sucede para que el amor de la pareja, que apenas se acaba de conocer, pueda ir a toda velocidad, el tiempo se abre para que una noche pueda ser como una eternidad, toda una vida conociéndose, para que puedan hablarse y también callarse, y esto no podía pasar en un restaurante abierto, esto sólo podía pasar en un restaurante cerrado, con todas las mesas recogidas, y en realidad todo es un poco una puesta en escena, durante toda esa noche el hombre es un poco como un actor y director de teatro de su propia obra, va creando pequeñas escenas, todo empieza cuando él se hace pasar por ladrón, todo empieza con ese pequeño teatrillo, y la mujer entra en el juego, primero sin saber que es un teatrillo, después sabiendo, como si el amor aquí fuese esa posibilidad de hacer teatrillos juntos, a lo largo de la película no dejarán, cada vez que se encuentren, de hacer teatrillos, de actuar el uno para el otro, de actuar juntos, y quizás debería decir que al mismo tiempo que ellos bailan hay un hombre, el marido de ella, creando otra puesta en escena, una puesta en escena malvada, y toda la película va a ser un poco eso, dos puestas en escena que se enfrentan, una inocente, la otra criminal, una con las cartas marcadas, con las pistolas trucadas, la otra sin saber siquiera que se trata de un duelo, y dentro de esas puestas en escenas todos actúan como pueden, se componen un personaje, lo cambian en un pispás, a veces con alegría, a veces con miedo, pero quizás esté bien saber que lo malo no es que las cosas se pongan en escena, tanto la verdad como la mentira aparecen dentro de una puesta en escena, dentro de un teatrillo, la puesta en escena es el medio para la trampa pero también el medio para la sinceridad, a la puesta en escena malvada no le responde una puritana falta de teatro, sino otro teatro, un teatro que conspira por el bien allí donde el otro conspira por el mal, el mal pone en escena con el poder del dinero y de la policía, el bien pone en escena con el juego y también con esa forma de teatro que resulta ser un restaurante, porque el hombre al que vemos bailar es un maître de restaurante, no sabemos si es de su profesión de donde le viene el talento para poner en escena o si es su inclinación natural hacia la puesta en escena la que le llevó a ese oficio, será todo al mismo tiempo, supongo, pero lo que es bonito aquí, en este momento, en este baile, es que el teatro que es el restaurante está recogido, no bailan con todo el escenario puesto, sino con el escenario desmantelado, con el encanto apagado, y sin embargo todo resulta, claro, más encantador, la desnudez del escenario desmontado es como una vuelta de tuerca al esplendor del escenario montado, porque acceder al escenario desmontando es lo excepcional, es tener al mismo tiempo el poder del escenario y la intimidad de la soledad compartida, y sucederá también más tarde que los personajes volverán a poner en escena esta noche, con la misma música, la misma comida, el mismo baile, en otro lugar, en un camarote, y será una vuelta de tuerca a la vuelta de tuerca, será la prueba de que en el amor de ellos, que es un amor de verdad, claro, las cosas pueden repetirse, la primera vez no se agota en sí misma, puede suceder de nuevo una y otra vez, en el placer compartido de rememorar esa primera vez, que es un placer compartido de poner en escena, de recuperar los gestos y los objetos, de hacer teatrillo de aquel primer teatrillo, cada representación es la primera vez porque cada representación es representación, es algo que ponen en escena y actúan juntos, la obra de teatro que ellos han creado es inagotable, siempre repetible y siempre diferente, siempre una variación, y luego sucede otra cosa, pero esa no la cuento, y esa pasa una vez, y es también un tiempo de excepción, es un tiempo al borde de la catástrofe, es otra cosa, es el encuentro con lo enorme, es el encuentro con la naturaleza, porque está película, llegado cierto punto, se permite un último giro, un giro loco, un giro enorme, un giro que si la visteis ya sabéis a qué me refiero y si no la visteis pues ya lo sabréis, yo por ahora me detengo aquí, en esta noche, casi al amanecer, en este restaurante recogido, en este escenario desmontado.
(History Is Made at Night, Frank Borzage)

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