lunes, 1 de mayo de 2017

cuando los bailarines posan


Emma y el Dancing Kid bailan y de pronto él ve el cadáver del hermano de ella y los dos quedan inmóviles, bruscamente inmóviles.
Hay movimientos bruscos y hay inmovilidades bruscas.
Es como el gesto del pistolero que de pronto se gira y se queda inmóvil en una pose, revólver en mano.
Un gesto suspendido, un aire casi asombrado en lo que puede ser el instante que precede a la muerte, quizás la sorpresa de estar todavía vivo.
Sí, sucede a menudo en la película que los actores bruscamente se detengan, como posando para un cuadro, y es como si el mundo se detuviese con ellos, como si fuese el mundo dormido de la bella durmiente, pero dura apenas un instante y al poco vuelven a moverse.
Hay pausas que parecen durar una eternidad y que sin embargo pasan enseguida y luego las recordamos de una manera extraña, como sucede a veces que uno recuerda con mucha precisión un detalle que en realidad no fue vivido sino soñado y quizás por eso uno vuelve a ver una y otra vez la película, yendo de gesto en gesto, de frase en frase, sin poder detenerla, un sueño que puede ser repetido, que puede ser soñado una y otra vez.
Lo que quería decir era solo eso, que hay en esta película un extraño ritmo, un baile hecho de gestos suspendidos, gestos como esos de la pintura, mano en el aire, cabeza inclinada, gestos que uno vuelve a mirar una y otra vez, gestos que no son los del realismo y que sin embargo nos recuerdan, aunque solo sea por un momento, lo que nuestros gestos pueden ser cuando de veras somos reales.
(Johnny Guitar, Nicholas Ray)

No hay comentarios:

Publicar un comentario