martes, 7 de febrero de 2017

y llora si quieres



Iba a haber una boda y un banquete con diez langostas y una gran fiesta pero ha muerto el padre del novio y habrá boda pero no fiesta ni banquete y de todas maneras nosotros no veremos nada de la boda, no sabremos qué cara tienen los novios, nuestra historia no es esa, nuestra historia es la de otra pareja que no está casada, que estaba por allí de paso y que serán los que bailen el baile no bailado de los recién casados tras haber jugado al futbolín, rodeados de brillos, pliegues y colores en blanco y negro.

Bailan felices y la cámara de aleja tras los ventanales, se aleja por el jardín mientras todavía los vemos bailar y cada vez los vemos menos, estamos fuera de su fiesta a dos, los vemos como lejanos, como en un espejo y ya ella había dicho que verse en un espejo es como verse lejana, es como verse a través de las lágrimas, y es que en realidad cada instante de esta película parece estar visto así, un poco lejano, un poco a través de las lágrimas, instantes siempre a punto de perderse, vistos como con la extraña mirada de ella, la señora X, que nunca está del todo donde está, que en la felicidad tiene el recuerdo o la intuición de la pena, que en la pena le queda el sabor lejano de la felicidad.

Y lo que quería haber dicho hace unas semanas y no tuve tiempo es que L'étrange madame X es una película que va de fiesta en fiesta, fiestas canceladas que se vuelven fiestas a dos felices y frágiles, fiestas mundanas donde se baila a dos pero se está muy solo, encuentros en estadios vacíos que celebran encuentros en estadios llenos, fiestas de navidad donde nadie tiene su lugar, fiestas que dan ganas de llorar por pura felicidad y miedo de perderla y fiestas que dan ganas de llorar por pura tristeza y no se puede porque hay que guardar el sentimiento dentro, escondido, y siempre los ventanales y los espejos rimando cuando no son, ya directamente, las lágrimas y, como casi siempre en Grémillon, hay una igualdad de las lágrimas, aquí hay lágrimas para casi todos y el único que no llora tampoco sabrá nunca de veras lo que puede ser una fiesta, como si la fiesta solo pudiese serlo de veras para aquellos que pueden perderla.

(L'étrange madame X, Jean Grémillon)

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