sábado, 14 de febrero de 2015

Soy la reina de los mares





La diferencia entre tú y yo, le dice el personaje interpretado por Chabrol al personaje interpretado por Luchini en la isla del final de "Alondra, te desplumaré" es que a mí la vida me divierte, me encanta. Me encanta en el sentido de disfrute, de deleite pero también y sobre todo en el sentido de hechizo, de encantamiento, como en los cuentos. Hay dos tipos de personajes en las películas de Zucca: los aventureros, los que se toman la vida a risa, porque saben que no hay más que una vida y que es muy corta y que tratan de mantener viva como sea la llama de la ficción y los que no creen en nada que no sea real, como el personaje interpretado maravillosamente por Fabrice Luchini. Figuran entre los primeros el padre de Gorge-rouge, que hace creer a su hija Reina que ha estado viajando en barco por el mundo, cuando en realidad es un estafador y ha estado en la cárcel, mediante las cartas que puntualmente le envía, firmadas "Tu capitán" pero también puede ser el joven que prefiere escribir las letras de la palabra gracias con dátiles y con una foto suya que se ha hecho en el fotomatón.
Pero los encantadores necesitan gente que crea en ellos. La chica, interpretada por Valérie Allain, se va dando cuenta de que la vida con su marido es aburrida, pequeña. Pero claro ella es diferente de su marido, ella recorta fotos y las cuelga en su cocina, fotos que representan cosas y seres que cuentan para ella. Es su pequeño mundo de ficción, la llama que, aun pequeña, permanece viva, y las diferencias entre los dos quedan reflejadas al principio de la película en un inteligentísimo plano secuencia (secuencia de la puerta con espejo del armario). Pero al final, cuando ella se descubre de la familia de los aventureros, de los buscadores de oro en Alaska, es demasiado tarde. Por eso nos dejan tan solos, tan desamparados esos planos del final, desde el del coche fúnebre hasta el último en el hospital, de ella volviendo a su vida de enfermera.


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