viernes, 20 de enero de 2012

Sombras de nuestros olvidados ancestros


Para Manuel Asín


No fue como Buñuel al llegar a Las Hurdes, al principio se encontró con telégrafos y agua corriente, en la tierra de los hutsules. Pero entonces empezó a ver ovejas de color rojo, y dijo aquí hay algo, y anduvo como un carnero perdido por los campos de arándanos. Y entonces, en un río, vio una pareja de ancianos cubiertos de agua hasta el pecho con sus peinados tradicionales, acariciándose, y ya no soltó la cámara hasta el final. Su trabajo de final de estudios se tituló 'Un cuento moldavo' y cuentan que Dovzhenko pidió que se lo proyectaran dos veces y que ésa fue la única vez que vio dos veces el trabajo de un alumno. Los cantos y las flautas y las trembitas ya los conocía y la novela la había leído muchas veces. Al llegar a los montes cárpatos, a los cuarenta años de edad, olvidó todo cuanto sabía de cine y se hizo cineasta. En la bellísima escena de la boda se inventó la ceremonia del yugo entre los esposos, la idea le vino de una canción hutsul. Los planos de los niños en la nieve y más tarde junto a una hoguera y bajando por un bosque hacia un río para bañarse es lo más hermoso que he visto en mi vida. Fue el único film estrenado en la Unión soviética no doblado al ruso. Pero la alegría no duró mucho. Los pijamas a rayas eran su prenda favorita. Podía pasarse el día entero en su casa de Tiflis en pijama. Le recordaban, decía, los trajes que llevaba en prisión.

1 comentario:

  1. Cuentan que un profesor del VGIK comentó un día entre dientes, de manera que el alumno Pelechian le escuchara con toda nitidez: "sus películas vivirán mucho tiempo..." ¿Y eso?, preguntó el alumno grandullón. "Están llenas de errores".

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