lunes, 9 de diciembre de 2019

susto o muerte

Ahí arriba están esas paredes desconchadas y un poco de cielo azul, qué cielo más despejado, y abajo hay lápidas, esto debe de ser un cementerio, tiene que ser un cementerio, poco antes hemos visto a un personaje anciano y alegre que de pronto se ponía mal y todos temían por su vida, así que pensamos que ya está, que ha muerto, y al poco vemos a gente hablando de lo repentino que fue todo y pensamos que sí que sí, que se ha muerto, pero resulta que no, era una falsa alarma, o era un ensayo, luego se morirá de verdad, apenas unos días más tarde, pero ahora no, ahora está vivo, al poco va a estar en pie y ligero como antes y hasta va a jugar al béisbol con su nieto, la película nos ha engañado un poco, la película ha jugado a darnos un susto, pero tiene su lógica, o tiene varias lógicas, porque así comprendemos mejor el susto que se han llevado los personajes mismos, esa tiempo de incertidumbre, esa llegada repentina de la muerte, aunque sea falsa alarma, aunque sea ensayo, ellos no viven pensando así en la muerte, en la posibilidad de la muerte, y de pronto se les aparece y hay que ver cómo eso les cambia el carácter, amansa a las fieras, a los jóvenes los hace más graves y a los viejos más ligeros, que quizás venga a ser lo mismo, tomarse la vida en serio es sentir su fugacidad, es al mismo tiempo tener cuidado con las decisiones que vamos a tomar y agarrar el presente, y es que algunas de las decisiones que tomemos, en este caso posibles bodas, lo que van a determinar es qué será el presente durante los años por venir, no determinan el futuro, que es algo lejano, determinan un montón de momentos presentes, un montón de momentos que irán siendo, uno a uno, cercanos, pero a los viejos eso de los años por venir ya no les importa, sólo hay el presente de ahora mismo, así que los aligera, sí, todo eso lo puede el susto de la muerte, el susto que se llevan los personajes, el susto que nos da la película, pero también tiene otra lógica ese susto, ese engaño, porque esta es una película llena de engaños, se hacen las cosas diciéndolas a medias, se espía, se sigue, se calcula, hay una escena muy graciosa en la que el anciano quiere escaquearse de los juegos con su nieto para ir a visitar a una antigua amante y el nieto se empeña en jugar al escondite, el abuelo la liga, así que se supone que tiene que dejar pasar el tiempo y luego buscar al nieto, pero el abuelo en realidad lo que hace es aprovechar para, a escondidas, escabullirse de la casa, así que el nieto acaba buscando al abuelo del que se tenía que esconder y el abuelo se escabulle del nieto al que tenía que buscar, y es que a ese abuelo siempre le vigilan y le siguen un poco, para enterarse de a dónde va cuando se escabulle, y cuando está ausente hablan de sus correrías, de todas maneras en esta película los personajes pasan más tiempo hablando de los ausentes que de sí mismos, como si fuese difícil eso, hablar de uno mismo, de cómo vive uno mismo, y fácil lo otro, hablar de los demás, de cómo viven los demás, la verdad es que es un poco agobiante eso, el tiempo que pasan, que pasamos, ocupándonos de ordenar cómo deben de vivir los demás (espiándolos, organizándoles encuentros para posibles matrimonios, decidiendo qué es bueno y malo para ellos), de esas cosas sólo se escapan los muertos, que no hablan de los demás y de los que, es cierto, se habla mucho, pero sobre los que nada se puede decidir ni influir, se sabe donde están, ahí, en el cementerio, pero van a estar ahí para siempre, no se van a mover, y al mismo tiempo están sin estar, a los muertos no se les puede espiar, lo más que podemos espiar es que les pasa a los vivos cuando la muerte ha pasado cerca, ver algo de esa gravedad y de esa ligereza, ver, quizás, suspendido el tiempo del engaño, y quizás la película, con sus engaños que buscan hacer sentir verdades, también sea eso, regalar nosun poco de tiempo suspendido, regalarnos un poco de susto y que, aún así, siga la vida. 
(El otoño de la familia Kohayagawa, Yasujiro Ozu)


1 comentario:

  1. Ozu podría distinguirse de Mizoguchi, Gosho, Yoshida o Kurosawa en la moderación de su crítica social, en el poco interés por lo lacrimógeno y en la rehuida del naturalismo costumbrista, a pesar de realizar una crónica fidedigna de una sociedad tradicionalista, rígida y opresiva, especialmente para las mujeres, que en esta película quedan mal paradas.

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