domingo, 22 de septiembre de 2019

secreto veloces, verdades lentas



Él le está diciendo un secreto a ella, ha mirado a un lado y a otro y luego se ha puesto la mano junto a la boca, como los futbolistas cuando una decena de cámaras los enfocan y no quieren que les lean en los labios las tácticas o los insultos, pero aquí no podría verles nadie, están solos en la habitación, aunque quizás puedan oírles, quizás esas paredes sean muy finas, quizás esas paredes sean de papel, y además pasa algo en la película, pasa que los secretos vuelan, los secretos se saben, circulan a la velocidad de la luz, el secreto es que la hermana del casi novio de la chica, para sobrevivir y para pagarle los estudios al chico, además de ser secretaria de día trabaja en un local de noche, y eso no es todo, además hace eso que se dice al oído y que no oímos, y si digo que no lo oímos es parte de la gracia, porque de todas maneras no lo habríamos oído, la película es muda, pero el gesto de taparse la boca hace al mismo tiempo el sonido y el sentido, el gesto se vuelve la palabra toda, significante y significado, y además podéis ver que se hace un poco de sombra ahí, en la zona misma del secreto, entre la boca, la mano y el oído, y casi todas las escenas de la película tratan de un secreto, un secreto que un personaje sabe y otro no, y del tiempo que tardará el secreto en ser sabido por los dos, hay un momento en el que un policía va a la oficina de la hermana a ver a su jefe, por los rumores que sobre ella hay, y en esa escena, con el policía hablando con el jefe en una despacho acristalado y ella trabajando en la sala entre otras secretarias, tecleando y tecleando veloz en la maquina de escribir, el policía lo sabe todo, el jefe sólo sabe que la policía se interesa por la chica y la chica sabe lo que hace con sus noches pero no sabe que la policía lo sabe y que pronto será un secreto a voces, más tarde, en otra escena, el hermano ya sabe lo que hace su hermana y su hermana todavía no lo sabe, y el suspense es cuanto tiempo tardará él en decirle a ella que ya sabe el secreto, aunque detrás de ese suspense hay otro, el de cómo reaccionará ella y sobre todo cómo reaccionará él una vez que ya todo se sepa o, dicho de otra manera, en qué momento él comprenderá o no la verdad de ella, una verdad que no es un secreto, una verdad que está a la vista, la verdad de su entrega, la verdad de su generosidad, el secreto sólo es parte de la verdad, el secreto es aquello que destruye a la verdad, su forma pobre, el secreto se puede saber, pero todavía falta el entender, la verdad además de saberla hay que entenderla, pero si los secretos vuelan, las verdades, en cambio, parece que van lentas, tan lentas que a veces no llegan a tiempo, y la película en realidad no tiene ninguna gracia, la película es la historia de un idiota, o de muchos idiotas, o de un mundo idiota, y de una persona justa entre idiotas, aunque al final hay al menos otra mujer que parece comprender, pero para eso ha hecho falta que la situación ya no tenga arreglo, ha hecho falta una muerte, y quien dice muerte puede querer decir noticia, al final andan por allí unos periodistas a la caza del suceso, preguntando motivos, preguntando secretos, cuando nosotros ya sabemos que la historia detrás de esa muerte no se puede contar así de deprisa, no se puede contar al oído, hace falta tiempo y ganas de entender, y a los periodistas se ve que no los pagan por ello, así que se van con sus cuadernitos a otra parte y por el camino se encuentran con otra noticia pegada en un poste, una noticia criminal, y comentan "se nos adelantaron", porque lo malo de esas verdades que son las noticias es que una vez dichas caducan, ya no sirven para nada, son papel en el viento, y en cambio esa cosa lenta que era la verdad de la hermana es algo que nunca se acaba, algo que una vez se sabe acompaña, aunque sea tarde. 
(Una mujer de Tokio, Yasujiro Ozu)

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