sábado, 2 de diciembre de 2017

el futuro en los naipes

Esto es un documental, o es como un documental, van por allí con la cámara buscando a gente y hablando con ella y, por ejemplo, están en un bar, hablando con un hombre, Valdivia, y de pronto aparece otro, un amigo de Valdivia, y se sienta allí a tomar una cerveza y a hablar también, y entre los dos se ponen a contar cosas del pasado, cosas de la infancia en el barrio, y al poco el que ha llegado dice: Sí, me acuerdo de todo aquello. Y a veces me acuerdo de lo que me va a pasar y todo. Y también dice: ¿Sabes cómo se consigue eso? Estando en paz. Estando en paz contigo mismo. En realidad uno no acaba de entender si de veras se acuerda de las cosas por venir o si más bien quiere decir que las prevé o que las imagina, pero uno empieza a preguntarse si no es la película misma la que recuerda cosas que van a pasar, y esto en realidad es muy sencillo, al poco rato, mientras siguen hablando, veremos de pronto un plano del interior del bar hecho una ruina, listo para la demolición, como un recuerdo de lo que será, y de pronto se recuerdan cosas que se han visto antes y se empiezan a comprender cosas que veremos después, planos inesperados que en el momento en el que aparecen no se pueden comprender del todo porque no pertenecen a ese momento de la narración, porque son como vistas breves de lo que está por venir y que dan al montaje una apariencia de desorden que engaña, que en realidad es más bien un orden muy complicado, un orden escondido, que podría parecer inconsciente, como cosas que van saliendo en la conversación, cuando uno se deja llevar de un recuerdo a otro, de una idea a otra, hacia delante y hacia detrás y con paréntesis, la película está montada con el desorden aparente de una conversación y la película además está hecha de palabras, de cosas que cuenta la gente con la que se encuentran y también de cosas que cuenta un narrador que no se las sabe todas, o que no nos dice todo lo que se sabe, quizás sea más bien eso, un narrador que hace como que él es también uno de esos que cuentan en desorden, que callan, que quizás inventan, un eslabón más en la transmisión oral, un eslabón más en el desorden de la memoria. 

Aunque el narrador parece que lo que quiere es aclarar la historia, o al menos aclarar una foto, una foto que salió movida y en la que hay tres hombres, Valdivia, MobyDick y otro que quizás sea Caparrós, ahora no recuerdo si es él, debería de serlo, y los tres están sentados junto a un edificio del que no sabemos nada pero que quizás sea la fábrica de la Ram, un lugar que cuando termine la película nos parecerá que alguna vez fue el centro del mundo, sí, el narrador busca a los tres hombres de la foto, busca la historia o las historias que no se pueden adivinar con solo mirar la imagen y, sobre todo, busca al más difícil de encontrar, claro, la gracia de toda historia es buscar al más difícil, que en este caso es MobyDick, del que se nos dirán muchas cosas, que está vivo, que está muerto, que jugaba muy bien a las cartas, que jugaba muy mal a las cartas, que era asmático, que era buena persona, que era malísima persona, se nos dirá de todo y bastantes cosas contradictorias, sin que sepamos si es que algunas son mentira o si es que un hombre puede ser todo eso al mismo tiempo, puede ser que sí, hasta estar vivo y estar muerto, pero así es como se hacen las historias, de detalle en detalle precisando la realidad o alejándose de ella, es como una de esas novelas de Faulkner en las que el círculo de los personajes va ampliándose, su vida va llenándose de perspectivas nuevas, pero sin que se pueda llegar nunca a saber qué es cierto y qué no lo es, importando más la amplitud del círculo que la idea de verdad. 

El origen de todo es una foto movida, está movida porque fue hecha con una cámara de esas para las que hay que posar al menos dos minutos sin moverse, y esto es algo que los fotografiados no acababan de entender, así que salen movidos ellos e inmóvil el fondo, ese fondo que debe de ser la fábrica de la Ram, y aunque no lo sea pongamos que lo es, porque la película es un poco así, parece que sale movida, la cámara se mueve, el montaje salta de una cosa a otra, lo que nos cuentan no siempre cuadra, hay recuerdos de lo que está por pasar y hay naipes que no se sabe de dónde salen y la imagen misma de los tres hombres de la foto no acaba nunca de aclararse, de historia en historia lo que hace la imagen es complicarse, pero al mismo tiempo lo que sí se va dibujando de manera nítida es el edificio tras ellos, es la fábrica de la Ram, en la que entraron cuando se quedó abandonada y antes de que la derribaran, y en la que vivieron durante años, vaciándola de chatarra, revendiéndola pieza a pieza, ese lugar era como su reino, un reino en el que a veces se pasaba mucha hambre pero lleno de riquezas abandonadas, en cierto momento aparece escrita en la pantalla la lista de todo lo que sacaron de allí y es como un poema, dan ganas de salmodiarlo, y hay más cosas que no diré que pasan con esta fábrica, cosas que hacen que cuando termina la película, ya lo dije, uno tiene la sensación de que en algún momento la fábrica Ram fue el centro del mundo y que su desalojo fue lo más importante que pasó en Barcelona en aquellos años, y luego uno busca más sobre todo aquello y no encuentra nada, no, no fue el centro del mundo, pero quizás una de las cosas bellas de las películas sea cuando consiguen hacer ver el mundo entero, o la existencia, como queráis decirlo, desde el punto exacto que están tratando, películas de médicos que hacen sentir el propio cuerpo como nunca, por ejemplo, películas de tantas cosas que pueden parecer la clave de la existencia, y también películas de chatarreros, o quizás resulte que la Ram, en el fondo, sí fuese el centro del mundo, sí fuese lo más importante que sucedió en esa ciudad, aunque no saliese en la prensa, también puede suceder que la película misma haya acabado siendo un recuerdo de lo que estaba por pasar, de lo que sigue estando por pasar, y quizás habría que preguntarse qué paz es esa que ha encontrado para poder así recordar el porvenir.
(MobyDick, David Fernández y Jordi Vera)

No hay comentarios:

Publicar un comentario