sábado, 2 de julio de 2016



Quiso ser los Estados Unidos, los del norte y los del sur, los del este y los del oeste. Quiso también ser Europa y ser montaña, vivir todas las vidas. Ser civilizado y ser salvaje. Ser indio. Ser marine. Ser ruso. Ser mujer. Ser John Ford. Ser hombre de negocios neoyorquino. Ser estudiante de Harvard. Citar a Faulkner, a los poetas persas, a Lady Gaga. Quiso serlo todo y al final fue cineasta. Sabía que una simple frase  en el este o al otro lado del globo puede cambiarlo todo en el oeste o en este otro lado del planeta. Que uno puede amar dos seres al mismo tiempo. Que, aparte de amor, sexo y amistad, todo lo demás son cáscaras. Nadie como él supo ver el elegante porte escandinavo de Kris, la alegría de Isabelle, la belleza de Meryl, la sinceridad de Christopher, la humildad de Robert. Creíste en el sueño, Idaho dream, creíste poder burlar a todo el mundo, ser siempre joven, ser nube, ser viril y fuerte. Tuviste una vez las llaves de las puertas del cielo. Y un caballo sin bridas ahora desaparece.


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