domingo, 6 de marzo de 2016

toda cara



No sé quién preguntaba a uno de nuestros mendigos, 
a quien veía en camisa en pleno invierno tan campante como aquél 
que se cuece con las martas hasta las orejas, cómo podía soportarlo:
 ..y vos, señor, respondió, bien tenéis la cara descubierta; pues yo soy todo cara.
Montaigne, Bresson

...hablando de memoria diría que es una película sobre la educación y sobre la confianza, y también sobre los secretos y sobre las mentiras, las virtudes y peligros de los secretos y de las mentiras, es también una película por la que Bing Crosby se pasea, a veces espectador, a veces interviniendo, y también sale el ángel de Qué bello es vivir (que es del año siguiente), haciendo de amargo capitalista, qué idea más rara, o no, porque el personaje, por necesidades del guión, tiene que cambiar, y al mismo tiempo a la película no le interesa hacer verosímil la maquinación que lo hace cambiar, así que el personaje viene ya cambiado de fábrica, al volverse bueno es como si volviera a su ser, y así las cosas pueden ir pasando a su ritmo, sin forzar, y quizás sea por eso, por la libertad de ir a su ritmo, por lo que es una película sin historia de amor, sí, es una película a la que nada distrae de sus distracciones, las secuencias, más que encadenarse de causa en efecto, van desvelando nuevas perspectivas de dos o tres problemas, las cosas esas que decía del secreto, la confianza y la educación, y en el centro de ese mundo está, flotando, sonriendo, pensando, sufriendo, Ingrid Bergman, que es toda cara y vuelo del hábito blanco y negro, toda rostro sin cuerpo y hay que verla dando lecciones de boxeo libro en mano, hay que ver su juego de pies, sí, hablando de memoria eso es lo que recuerdo, una cara luminosa y un cuerpo flotante blanco y negro, y todo lo que puede pasar por una cara, una cara es algo que no existe de una vez por todas, una cara es movimiento, es la vida que la anima, y quizás había que verla así, sin cuerpo, con un cuerpo flotante de tela, para ver, de veras ver, ese mundo que es una cara...
(Las campanas de Santa María, Leo McCarey)

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