domingo, 7 de febrero de 2016

invisibles a pleno sol


Bresson tiene gracia, cuando menos te lo esperas tiene chiste, y las cuatro noches de un soñador la que más, las cuatro noches de un soñador casi todo el rato, desde el principio, cuando Jacques hace autoestop y se encoge de hombros ante el conductor que le pregunta a dónde va, hasta el final cuando, melancólico él, graba en su cassette el final alternativo de su historia, el final feliz (para él), y entre el principio y el final hay muchas otras cosas, hay, por ejemplo, la visita del amigo que ni es amigo, el antiguo compañero de la facultad de bellas artes que llega con una bolsa de plástico en la mano sin intención de tomar siquiera un whisky, sin más intención que la de hablar sin escuchar, soltar su teoría del arte y mostrar sus fotos de cuadros manchistas, cuanto más pequeñas las manchas más grande es el mundo que definen sugiriéndolo, dice, y la gracia de la escena está en la seriedad con la que dice todo, en su pelo largo y bigotito crístico, y en las caras que pone Jacques no enterándose de nada, y más detalles por el estilo, y también en el lenguaje críptico, como de solicitud de subvención, pero hay algo extraño y es que algunas de las cosas que dice el pintor manchista tampoco suenan tan mal, suenan un poco a notas del cinematógrafo, como si Bresson hubiese colado en medio del chiste lo que de veras piensa, o como si hubiese visto en lo que de veras piensa el posible chiste, no lo sé, creo recordar a otro pintor diciendo también muy chistosamente frases bressonianas en Al azar Balthasar, meter la verdad en medio de la broma, y ahora recuerdo que en Mouchette una mujer a la que en breves instantes vamos a odiar dice sin embargo una frase sobre la antigua religión de los muertos que no suena ni tan mal, que uno puede pensar que Bresson la sentía propia, hay algo extraño en esto de ir sembrando frases que suenan a verdades y que caigan dónde sea, que suenen en boca de aquellos a los que no nos tomamos en serio o a los que no queremos escuchar, como si Bresson ocultase esas frases al mismo tiempo que las hace visibles y oíbles, como si las ocultase a la vista de todos y a plena luz del sol.
(Las cuatro noches de un soñador, Bresson)

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