jueves, 23 de julio de 2015

mientras no respiras

Es apenas un instante. 
Yo lo recordaba largo. Larguísimo. 
En realidad no existe, lo que yo recordaba no existe. 
Lo que yo recordaba era la mirada de Camille tras el hombro del teniente. 
La mirada con miedo. La mirada como de niño valiente. 
Media cara tapada y la mirada fija tras el hombro del teniente. 
Recordaba que aquello duraba una eternidad de tensión. Esa eternidad que hay a veces en las caras inmóviles y medio tapadas en el cine. Permanecer inmóvil, permanecer medio tapado, aquello no puede durar para siempre, basta que uno se mueva, basta que la cámara se mueva y todo vuelve a ser normal, y cuando dura y dura es como si un instante se empeñase en durar, un instante que fuese como un niño con la cara cada vez más roja empeñado en no respirar. 
Eso es lo que yo recordaba, pero no es así. A saber por qué lo recordaba, qué andaba yo necesitando. 
Pero hay otras cosas bonitas en la película. 
Cosas frágiles también, cosas que a veces dependen de estarse muy quieto, sí, como conteniendo la respiración, como conteniendo un deseo de llorar o de abrazar o de echar a correr. 
Ved la mirada del cadete mientras canta.
Y en realidad esto sucede, también, porque no cambia el plano. Así de sencillo. A veces un plano inmóvil es tan frágil como un niño que se empeña en no respirar. El tiempo pasado sin respirar es diferente. En el tiempo pasado sin respirar la realidad pende de un hilo.
Algunas cosas son bellas
Porque las cosas que los hombres han hecho
Permanecen despiertas a través de los años.
Eso canta el cadete. Y a veces lo bonito del cine, que es algo que los hombres han hecho, es que haga permanecer despiertos instantes. A través de los años. El viento, una mirada con miedo, un quiebro en la voz, el tiempo de suspensión en una canción...
O quizás no sea solo el instante lo que permanece despierto. Quizás permanezca el empeño. Aquí alguien, alguna vez, contuvo la respiración.
Y quizás lo más extraño tampoco sea eso, sino que, en el fondo, eso se pueda construir. Que eso sea trabajo, que suceda porque alguien ha construido un plano muy firme, un plano inmóvil, para que por él, por inadvertencia, pueda correr un poco de aire.
El trabajo no tiene sentido, si no te absorbe, canta el coro. Y si de verdad te absorbe, olvidas respirar.

(La France, Bozon)

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