viernes, 24 de abril de 2015

¿hace falta fuerza para ser amable y gentil?



... cuando los niños escapan arrojan piedras al lago, porque sí, porque se puede hacer, porque no sirve para nada, y cuando el autobús para (es otra película), antes del túnel, allá en las montañas, todos bajan y lanzan piedras al valle, que es como lanzar piedras al vacío, piedras a ninguna parte, sin más, para estirar los brazos como se estiran las piernas, como quién sale a fumar, o para sentir que se está afuera, que sin las estrecheces del autobús el brazo puede soltarse, las cosas pueden arrojarse, y allí arrojan piedras y se hablan un poco, fuera del autobús las palabras pueden soltarse de otra manera, las arrojan también al vacío, a ninguna parte, por hablar, o quizás no, no del todo, las arrojan al vacío pero como esperando que el vacío no exista, una piedra siempre acaba cayendo en algún lugar, lanzan palabras y las vemos apenas en el aire, en pleno vuelo, luego ya están muy lejos, son muy pequeñas y no alcanzamos a ver donde caen, algo así pasa, las palabras y las historias y las vidas se lanzan y cuando la película termina no sabemos dónde han caído, allá a lo lejos se va el bus, llegando a su destino, un destino feliz o triste, no sabemos, pero un destino que existe, porque ninguna vida es un vacío...
... las palabras se lanzan al vacío pero el vacío no existe y quizás por eso el conductor nunca olvida gritar un "gracias" a todos aquellos que le dejan pasar, parecería una palabra arrojada al vacío, como una piedra en una pausa del camino, pero al final sabemos que no es eso, que ninguno de sus "gracias" ha caído en el vacío, cada uno de ellos merecía la pena, aunque no sepamos muy bien si realmente es feliz una vida tan amable...

(Arigato-san, Shimizu)

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