domingo, 16 de noviembre de 2014

cuando los caballos hablaban

... y el tiempo de Arsenal es un tiempo pobre y duro y de guerra, un tiempo de antes, claro, lo viejo y lo nuevo, que diría Eisenstein, es el tiempo de lo viejo antes de lo nuevo, y hay un plano terrible, el del oficial que camina por el pueblo, se para delante de una mujer cuyo rostro no vemos, cubierta la cabeza por un pañuelo, se para delante de ella y le palpa un pecho, y luego otro, sin más, evaluando, y luego se va, por ese pueblo de hambre y de cojos y de polvo se va, habiendo palpado los pechos de una mujer que ni se ha movido,  hay que ver la manera de no moverse de los cuerpos en Arsenal, la tela de sus ropas ondea con el viento y ellos no se mueven, están en medio de la habitación, de pie, y no se mueven, de dolor o de hambre o de impotencia no se mueven, es en la película el lento prólogo de lo viejo y de la guerra contra el enemigo equivocado, antes de que empiece a aparecer lo nuevo y los cuerpos se muevan y se defiendan, ataquen y empujen, y se lancen los trenes a toda velocidad, hasta descarrilar, no es fácil pasar de la inmovilidad al movimiento, todo se aprende, también a ser maquinista, eso dice el obrero tras sobrevivir al descarrilamiento del tren, seré maquinista, y ahí es donde empieza el tiempo de después, el tiempo de lo nuevo, el tiempo de Arsenal es otro tiempo, es otro mundo, un tiempo en el que los caballos hablan, Iván Iván, no golpeas donde debes, le dice el caballo maltratado al campesino que de rabia e impotencia lo golpea, y luego los caballos volverán a hablar, al galope, estamos con vosotros, amos, les dirán a los revolucionarios, era el cine mudo, que quizás era otro mundo, con otras reglas, un mundo donde los caballos hablaban, al rato llegará el cine sonoro y eso ya no será posible, callarán los caballos y quizás penséis que eso está bien, que los caballos no hablan y que qué falta hace humanizarlos, pero no sé no sé, hasta Godard sueña con un perro que habla, sueña quizás con ese tiempo en el que los caballos hablan y se oyen ruidos, muchos ruidos, y gritos, y disparos, y hasta el silencio se oye, como si al no haber sonido se filmase y se mostrase sin descanso la imagen del sonido, como si su ausencia para el oído lo volviese central para la vista, ver para oír...


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