sábado, 24 de diciembre de 2011

boletaires arrauxats


Podríamos también quedar todos y ver Le champignon des Carpathes, tengo una copia, dvd ripeado de vhs, acabo de verla, medio borrada ya la imagen, a menudo no se ve el rostro de los actores, el sonido camino de volver a ser ruido, algunos momentos difíciles de comprender.

Una pena, porque la imagen debe de ser bella, Biette era como pocos sensible a los lugares y la luz. Una pena y sin embargo creo que podríamos quedar, por ejemplo una de estas noches de invierno, cuando dan ganas de ser comunidad secreta en el silencio y la oscuridad de la ciudad, comunidad secreta viendo la seta de los Cárpatos, como si fuésemos también una troupe de teatro diezmada que a pesar de todo intenta montar un Shakespeare.

¿Y no acabará siendo eso el cine? ¿O eso también? Ni cultura ni industria. Comunidades secretas reuniéndose en salas abandonadas, aspirando a todo en el cine, pero sólo en el cine, no el cine al servicio de otras aspiraciones. Al fin y al cabo basta una pared, una buena pared, no una pared cualquiera (reconocer paredes, eso se le daba muy bien a Biette, reconocer paredes en París, él y Rivette practicaron, entre otros, ese arte menor), una buena pared y uno o dos actores, y quizás una luz que venga del centro, como en de la Tour, basta un érase una vez y todo puede volver a empezar, vuelve a ser Murnau, como esa Ofelia irradiada por una central nuclear que se alza de su cama de hospital ante una ventana abierta.

Basta una luz, una mujer que se alza de la cama, una ventana abierta, para que la fiesta vuelva a empezar, para que vayan llegando los invitados, que esta vez no son Blancanieves, pulgarcito, los tres cerditos... sino Murnau, Tourneur, Shakespeare... o quizás sí, los tres cerditos, viene a ser lo mismo, y ya puestos también Einstein, convocado entre cuatro alrededor de una mesa, no hace falta más que eso, una mesa, cuatro personas, y concentración, y la voluntad de concentrarse, y ahí están de vuelta los muertos, vamos a hablar con ellos. Realmente cualquier noche puede salir el sol.

Digo que podríamos quedar todos y verla, y quizás la Séptima víctima también, no sé por qué últimamente pienso en La séptima víctima, y esta noche aún más, lo cual es extraño, porque en realidad casi no la recuerdo, quiero decir, no recuerdo ningún detalle concreto, como si mi memoria fuese también un viejo vhs donde todo se va borrando, apenas manchas de luz en una pantalla cada vez más uniforme.

Podríamos quedar y verlas, y jugar a las comunidades secretas, o a las troupes de teatro, o al cine, y jugando que te juega llegar a ser serios sin dejar de jugar, a ver si con un poco de suerte la fiesta vuelve a empezar, los invitados van llegando y desde dentro de un tarro sale el sol.

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