miércoles, 12 de enero de 2011

Actriz secundaria





Introducción (personal y prescindible):


He visto pocas películas de Mike Leigh, muy de tarde en tarde, y sin embargo, que yo recuerde, siempre me han interesado. Hace un año vi Naked, ahora vi Another Year. Años antes, en un festival de Valladolid, vi algunas de las primeras ¿Porqué no las veo todas? ¿Por qué no me compro las que daban con Público? Algunas de las más recientes echan para atrás, o echan para atrás sus carteles. Pero no es eso. La verdad es que hay categorías. Digamos que Mike Leigh es un gran cineasta para Positif y la prensa diaria. Y yo soy de los otros. O eso creo. A mí me interesa más lo que dicen los Cahiers y medios afines. O medios que pretenden situarse a la izquierda de los Cahiers. (Pero si además yo ya no leo los Cahiers. No los leo pero arrastro algunos de sus prejuicios.) Encima Mike Leigh es un cineasta inglés, otra categoría maldita. Y un cineasta realista. Todo eso junto, quizás, pero sobre todo la desconfianza, si a ciertos medios les gusta, si a ciertos medios les parece un gran cineasta…



Another Year:


¿Por dónde empezar a hablar de Another Year? Quizás por el principio, diciendo que no me conmueve de entrada. O peor, que al principio me interesa mucho, en una consulta la resistencia de una mujer depresiva a ser ayudada, una mujer a la que no volveremos a ver pasado un cuarto de hora de película y que sin embargo durante una secuencia es su centro. Pero después de ese arranque tengo la sensación de que la película se diluye. No sé si durante un cuarto de hora. Algo así. (Cuando veo películas de Ozu en dvd me gusta fijarme en qué minuto se empieza a hablar de la “trama principal”. Pero no lo apunto. Creo que puede llegar a pasar media hora en la que a veces ni siquiera sabemos qué relación hay entre algunos personajes.)


Cuando la película vuelve a precisarse es peor. Es dura. A veces no parece bien filmada. (Digo “parece”.) Y la va invadiendo un personaje de mujer histérica en sus cuarenta y muchos. Un personaje y su actriz, cuya interpretación parece en un primer momento excesiva, invasora. Un personaje que algunos perciben como una invasión y al menos otro personaje, Ken, como una esperanza. Pero ella se niega a ese personaje y en ese momento empieza a volverse odiosa. Sentimos, como la pareja que parece ser el centro de la película, que ese personaje nos carga, que está de más.


Es el típico personaje que se deja llevar por sus ilusiones (¿recuerdan le beau mariage de Rohmer?), que no parece tener una conciencia clara de su lugar en el mundo y de las consecuencias de sus acciones y de sus palabras. Nosotros sabemos que está perdida y que en el fondo no deberíamos de juzgarla, pero sin embargo queremos que se vaya de la película. (Queremos que se vaya de la película y la pareja quiere que se vaya de la casa. La película es nuestra casa en la que no queremos admitir presencias molestas. ¿Cuántos de nosotros salimos de una película diciendo “no está mal pero me ha molestado tal cosa…” Yo procuro no hacerlo. No sé si por mala conciencia o por verdadera atención. Pero en París “tal cosa me molesta” es lo que más se oye al salir de una película, “tel truc me gene”. )


Y lo terrible es que es expulsada de la película. (Quizás haya que decir algo más de los personajes. La que es expulsada se llama Mary, debe de andar por los cuarenta y muchos, pero sigue queriendo parecer joven. Vive sola en un piso que no vemos pero que describe como pequeño y lóbrego, se ha divorciado una o dos veces. Se da cuenta de que envejece y de que los hombres de su edad buscan mujeres más jóvenes y está en el fondo enamorada del hijo de la pareja principal, que es por lo menos diez o quince años más joven que ella.)


Mary es expulsada de la película, y durante un tiempo seguimos otra historia, que nos lleva a otro personaje secundario, el hermano viudo del marido.


Pero en la parte final… (Se me olvidan más cosas: la película, como su título indica, cubre un año entero, unos cuantos días para cada estación. El centro de la película se supone que es una pareja de más o menos sesenta años, feliz, y los demás personajes gravitan en torno a ellos, hijo, novia del hijo y amigos. Entre los amigos está Mary.)


En la parte final, invierno, cuando ya pensábamos que Mary no iba a volver a la película, aparece en la puerta de casa. El hermano viudo y Mary se van a encontrar solos en la casa de la pareja. Lo que antes era metafórico, la invasión de la casa y de la película por parte de Mary, ahora va a ser literal. Viene sin ser invitada (ya no la invitan) y convence al hermano de que la deje entrar.


Durante un buen rato (definitivamente, tengo que ir al cine con cronómetro) la película se queda en la casa con los dos personajes secundarios, Mary y el hermano. Y se va dando un vuelco en nuestra mirada sobre Mary (o eso espero, imagino que habrá quien la siga juzgando). O quizás lo que hacemos es pasar a ver las cosas desde su punto de vista. Y así tenemos los dos puntos de vista sobre una situación tan sencilla y cotidiana como esta: una persona cansina y dependiente a la que evitamos porque no queremos que interfiera realmente con nuestras vidas y para quien sin embargo suponemos mucho, un punto de anclaje. Sabemos que si cortamos esa amarra la persona se va a hundir pero queremos creer que no será culpa nuestra. Normalmente vivimos esta situación desde un punto de vista o el otro. Somos el que abandona o el abandonado. Pero rara vez se nos da la ocasión de ver las dos caras de la situación. Es más, de sentir las dos caras de la situación. (Pero que existen las dos lo sabemos, lo difícil es sentirlo.)


Por decirlo con otras palabras, abandonamos a los actores principales para quedarnos con los secundarios. Y nos damos cuenta entonces de que no hay secundarios, tan solo actores principales cuyas películas personales no encajan del todo con las de los otros actores. Mary es una actriz secundaria en la vida de la pareja, mientras que la pareja es actor principal en la vida de Mary. (Mary pierde el control en la escena en la que el hijo viene con su novia. No sólo porque se lleva una sorpresa y se rompe su amor soñado, sino porque se le hace evidente que es una actriz secundaria en la vida de su mejor amiga. )


Al final Mary le pregunta al hermano si su amiga le ha hablado alguna vez de ella y entonces, cuando él responde que no, es cuando Mary toma conciencia de su lugar. Si queremos ser optimistas podemos pensar que entonces consigue encontrar el lugar justo en su propia vida. (Me gusta mucho al final cuando se evoca que tuvo un bar en una isla griega y entonces se nos viene de golpe que de verdad debió de ser joven y audaz. En ese momento, final de la película, nos quedamos con ella.)


Me pregunto si la estructura en cuatro partes y cuatro estaciones no es en el fondo una manera de ocultar la verdadera estructura, que es la del vuelco de Mary de personaje secundario a personaje ausente para acabar siendo personaje principal. Porque la película trata precisamente de eso, de la otra película que puede emerger, la otra cara, si de pronto cambiamos el punto de vista.


(Actuar en otra película, vivir en otra película: cuando la mujer de la pareja, que trabaja de psicóloga en un centro público (esto no carece de importancia, y permite situar en el centro de la película esa frase terrible y profesional que les dice a sus pacientes y a sus amigos :“es cosa tuya” o ”es responsabilidad suya”, aunque de la consulta sólo vemos una secuencia), le pregunta a la mujer deprimida que hemos visto en la primera secuencia cuál sería la solución a sus problemas, la mujer deprimida responde “Otra vida”. Que rima y niega el “Otro año” del título. Otra vida, lo imposible, otro año, lo inexorable.)


No evita para ello ninguna crueldad, como la de Mary con Ken, amigo gordo y ansioso de la pareja, que se interesa por ella y al que rechaza. Mary se niega a aceptarlo como actor principal. Con una violencia que al fin y al cabo es tan terrible como el silencio y el juicio de la pareja hacia Mary. Y Ken no volverá a aparecer en la película, no tendrá las fuerzas o la desesperación de reintroducirse en ella por sorpresa como lo hace Mary.


Al salir del cine recordé un libro que acababa de leer, Entrevistas breves con hombres repulsivos, de David Foster Wallace, que explora hasta la asfixia el uso que hacemos de los otros y el lugar que ocupan en nuestra vida y nosotros en la suya, en particular en los Acertijos pop, que pretenden ser como interrogatorios o cacheos para palpar los intersticios de la idea que el lector se hace de algo. Y también en ese momento en La persona deprimida en que se cuenta el recuerdo que esta tiene, en su adolescencia, de su compañera de habitación hablando por teléfono con un chico, haciendo muecas de hastío y aburrimiento, hasta acabar por hacerle gestos a la persona deprimida para que hiciese como que llamaba a la puerta y que así la compañera pudiese colgarle al chico del otro lado del teléfono. (Claro que el problema de la persona deprimida en ese relato es quizás que consigue ver los dos puntos de vista al mismo tiempo, el de Mary, que podría ser ella, y el de la pareja, que sería el resto del mundo. Y la conciencia de su dependencia inevitable la hunde aún más.)



Epilogo (personal y prescindible):


Así que me gusta la película de Mike Leigh. Aunque quizás la película me interesa en particular por razones personales y circunstanciales. Por ejemplo porque acabo de leer el libro de Foster Wallace y veo elementos comunes. O porque me interesa el tema de lo que llamo “el actor secundario”, ese no encajar las vidas de la gente como no encajarían sus películas. Ser actores secundarios en la película de la vida de nuestros actores principales. Hasta hice un corto donde un personaje cantaba eso. O quizás porque hice otro corto con una actriz que me recuerda mucho a Lesley Manville, la extraordinaria Mary de Another Year, como si la actriz con la que trabajé fuese su versión joven y francesa, incluso un estilo interpretativo próximo. Y en aquel corto ella tenía un papel con algún punto en común, era un personaje secundario que se convertía en principal. Como si la película de Mike Leigh fuese una versión más larga, profunda y razonada de aquel corto. Quizás todo eso sean razones personales. Aunque para poder tener razones personales, ahora que lo pienso, la película debe de ser sólida, avanzar sin que vea sus fallas, sin que me sienta tentado de juzgarla o de excusarla. Y eso lo dan la escritura y la interpretación de los actores. Se va haciendo raro salir de una película pensando no en su acabado sino en las preguntas que nos hace. ¿Me estaré haciendo viejo?



1 comentario:

  1. En realidad, ¿los cahiers no hablan bien de Mike Leigh? Juraría que sí. Entonces, ¿de donde saco yo que hablaban mal de él?

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