viernes, 14 de diciembre de 2018

usos del tiempo



No lo sabéis, no lo podéis saber, pero está en una oficina, y está triste, eso sí podéis verlo, triste y pensativa, en realidad algo de esa tristeza la lleva siempre por dentro, aunque casi siempre sonría, la película también va de eso, de sonrisas, algunas sinceras y otras fingidas, de rostros que sonríen y que apenas pasan de una habitación a otra dejan de sonreír, de sonrisas sociales y de sonrisas felices y, de entre todas las sonrisas, una, la de ella, que es de las sinceras, de las sinceramente felices, aunque siempre hay otra cosa detrás, como si la sonrisa en cualquier momento pudiese naufragar, parece al mismo tiempo feliz y triste, feliz sobre la tristeza, contra ella o por ella, quién sabe, la felicidad no es alegre, en esta película los que no parecen de veras tristes tampoco llegan a parecer de veras felices, como si la sensibilidad viniese toda de una pieza, para lo bueno y para lo malo, pero ahora ella no sonríe, no está al mismo tiempo feliz y triste, está triste del todo, hay momentos así, en los que puede estar simplemente triste, y este es uno de ellos, ha recibido una mala noticia, su suegra está enferma, muy enferma, y ella quizás no esté solo pensando, quizás esté recordando, pasaron una noche juntas, cuando los suegros vinieron a visitar a sus hijos a la capital la suegra vino a dormir al pequeño apartamento donde ella vive sola, casi eternamente viuda, joven y viuda y solitaria, y pasaron una noche tranquila, una noche hablando, y se notaba que era un momento feliz, no alegre, sino feliz, uno de esos momentos en los que dos seres están de veras juntos ahí, en el tiempo y en el espacio y parece que todo es sinceridad y buena voluntad, algo muy bonito de ver, ella debe de estar recordando eso, esa noche, esas horas, tiene en las manos un lápiz o un bolígrafo, una de esas cosas que se cogen cuando uno está de veras recordando, cuando uno no sabe qué hace con sus manos, a la izquierda hay un vaso de agua, al fondo hay ventanas con persianas de esas de oficina, no es la primera vez que estamos en este lugar, ya lo vimos antes, cuando a ella la llamaron no para darle una mala noticia sino para pedirle que pasase un día con sus suegros, un día de ocio, un día de excursiones, y ella dijo que sí, encantada, y luego le pidió a su jefe el día libre y el jefe le dijo que sí, pero que se lo descontaría, porque el tiempo también es dinero, el jefe no dice pero es la idea, el tiempo es dinero, es una frase hecha pero también es cierta, en parte del mundo es cierta, es una frase que es como una enfermedad contagiosa, una frase que se extiende haciéndose real, pero a ella no le importa, prefiere pasar el día con sus suegros, prefiere compartir su tiempo con ellos, y ahora que recibe la mala noticia en la oficina nosotros podemos darnos cuenta de lo duro que es el que ahora, en un momento, aunque no lo vayamos a ver, ella tenga que salir de sus pensamientos, de su recuerdo, y levantarse e ir a decirle al jefe que tiene que tomarse varios días libres, porque los suegros viven a más de doce horas de viaje en tren, y el jefe le dará los días libres pero sin duda le repetirá la frase de que se los descontará, y hay otros personajes en la película, los hijos de los suegros, que también tienen esa idea del tiempo, el tiempo que es dinero, también es cierto que no trabajan en oficinas, que son médico y dueña de una peluquería y no tienen salario sino que van ganando lo que van ganando, pero el caso es que ellos sí que recuerdan que el tiempo es dinero y la tristeza de la película también viene de eso, de dos formas de vivir el tiempo que tienen que vivir juntas, la forma jubilada, la forma al fin ociosa, y la forma trabajadora, y entre medias la forma generosa, la forma de ella a ratos, contra el tiempo del trabajo,  cuando puede, y pensar que ahora ella va a tener que levantarse y pedir los días libres, días libres para su tristeza, nos recuerda que en realidad sus días casi nunca son libres, que le dedica casi todo su valioso tiempo a gente a la que le da igual si vive o muere, como en aquella canción, y viajará a la ciudad de los suegros, allí estarán todos los hijos, uno llegará tarde, por azares de la vida, no por falta de atención, y dirá aquello de no he llegado a tiempo, que es una frase que a menudo se dice para estas cosas y que debería de sonar extraña, qué tiempo ese, es el tiempo volviéndose escaso, son los últimos momentos, como si el tiempo solo de veras se sintiese y se comprendiese cuando empieza a faltar, cuando ya no va a haber más, y al lamentar ese no llegar a tiempo en realidad se está lamentando mucho más, todos los momentos que antes no se acertaron a vivir, a convivir, eso los personajes lo saben y lo dicen y lo sufren, momentos como esa noche que sí vivieron ella y la suegra, aquella noche en la que la suegra le dijo que volviese a casarse si podía y ella le dijo que era feliz así, y la suegra le dijo que quizás ahora que todavía era joven era feliz viviendo así, pero que cuando envejeciese se sentiría sola, y entonces ella respondía, sin dejar de sonreír, no viviré tan vieja, no se preocupe, y uno se pregunta si ha oído bien, o si ha leído bien los subtítulos, esa frase tan inesperada dicha con tanta tranquilidad, con tanta sonrisa, como si la tranquilidad y la sonrisa vinieran de esa certeza de que no vivirá tanto, no sabemos si de veras lo piensa o si lo dice para tranquilizar a su suegra, también puede ser, pero la frase y la idea están ahí, la tranquilidad viene de la idea de que no vivirá tanto, la tranquilidad viene de una relación particular con la idea de su propia muerte, quizás por eso su sonrisa esté siempre tan entrelazada con la tristeza, tan a punto de poder ser lágrimas, quizás por eso sabe que el tiempo puede ser dinero pero sobre todo es otra cosa, es, en realidad, lo único que de veras tiene, lo único que de veras es de ella y que sólo de ella depende que tenga valor, que se pueda recordar en un tiempo muerto de la oficina, con un lápiz entre las manos, y hacia el final  de la película el suegro le dirá que la suegra le contó la noche que pasaron juntas como un momento muy feliz, el mejor momento que pasó en Tokio, y es emocionante oírle al suegro decir esto, oír cómo le da a ella eso, la certeza de que ese momento vivido a dos fue de veras vivido, fue de veras compartido, la certeza de que ella pudo con su tiempo hacer un momento feliz para ella y para otra persona, que ella supo con su tiempo hacer eso: un momento feliz.
(Cuentos de Tokio, Yasujiro Ozu)

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