domingo, 23 de julio de 2017

saberse la canción


¿No os pasa también que las mejores películas son un poco como las canciones, que cuanto más las conoces más te gustan, que las vas cantando cada vez más en ritmo, funciona más el reconocimiento que la sorpresa, las vemos una y otra vez para que vuelvan a pasar por el mismo punto, la misma frase, el mismo gesto, el mismo movimiento de cámara, inevitables, como para comprobar que sí, que esa forma que se recuerda existe, esa sensación de que todo tiene su lugar, dar a las cosas un aire de querer estar ahí, escribía Bresson, no sé, así, de entrada, diría por ejemplo Nouvelle vague, Johnny Guitar, All That Heaven Allows, hay muchas más, los travellings de Nouvelle vague, por ejemplo, esos travellings en la casa cuando bailan y luego ya no bailan, y en medio el plano en movimiento sobre las aguas grises del lago, o ese movimiento de cámara que se va por los árboles y luego vuelve a bajar hacia el camino por el que viene Cécile en bici, o la historia de Art Larsen, que en una final de Roland Garros saltó la red para que el contrincante le atase los cordones de los zapatos, ay, en esa historia está media peli, saltemos la red, suspendamos por un momento el partido, mano tendida, es como una historieta zen, o los chistes, Cécile preguntando recién sobornada para que chive secretos de la señora preguntando a cuanto está el dólar, o las brevedades, el plano de la mano que agarra y salva, apenas dura un instante, o las brusquedades, como ese plano tan bonito del camarero y la camarera, libro en mano él, ella comiendo una manzana, hermanos los dos, sí, es posible, momento feliz interrumpido por el jefe, todas esas cosas, y son muchas, que uno quiere ver una y otra vez ahí, en ese momento preciso de la película, como se escuchan una y otra vez las canciones preferidas para volver a oír cierta palabra, cierta pausa, todas esas cosas que no se pueden detener?
Recuerdo ahora lo que contaba Oliveira en A 15a pedra, que a finales de los años veinte, cuando estrenaron Amanecer en Portugal, él iba a verla todos los días, y después iba apuntando, hasta que se la sacó completa, la planificación de la película, y pienso que está bien esto de ver muchas películas, pero que eso no es lo importante, no, lo importante es saber cantar unas pocas, no importa cuales, las que a uno por azar y por gusto le vayan tocando, y tener así en la memoria dos o tres certezas, tres o cuatro ritmos, cuatro o cinco gestos...
Y bueno, también pasa con las películas de Godard que, como las cosas se dicen varias, veces, es como si tuviesen estribillo, y a lo mejor habría que pensar qué podría ser un karaoke de cine, un karaoke Nouvelle vague...

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