jueves, 1 de noviembre de 2012

Notas sobre Numéro deux

  


 
 
 
 
 
 
 
 

 

 
 
I
 
Godard, con pocos medios, adivinando, hace una de sus películas, en mi opinión, más grandes, directa, artesanal, audaz y muy honesta. No me parece una película nihilista o depresiva o triste como muchos han señalado. Y la alegría y la emoción que uno siente, que yo he sentido, no tienen que ver solamente con el hecho de que esté bien hecha, de que formalmente esté tan conseguida o de que sea una película que me concierne, que me dice tantas cosas sobre mí mismo, cosas que duelen porque están vivas, sino también con algo superior. Porque Godard no mira a esa familia desde fuera, tampoco desde dentro, sino que sencillamente está con ellos: los encuadres en vídeo son de una justeza extraordinaria, esto no es naturalismo ni sé lo qué es, tal vez desde los operadores Lumière no se filmaban las cosas tan directamente, tan como son, tan en bruto, desde el único punto de vista posible. Y sin embargo, si Godard no filmara esos monitores con su cámara de cine, la película no existiría. Las pantallas en vídeo no son ventanas, ni puertas, ni ojos de cerradura pero tampoco sé lo que son (¿marcos?, ¿como el marco de un cuadro? ¿Iluminaciones? ¿como en los libros, en el sentido rimbaldiano?), una manera no sé si de salvar a los personajes pero sí de liberarlos, estando con ellos, filmándolos.
 

II
 
Tal vez Godard nunca fue tan maestro, tan pedagogo como en esta película. Precisamente por no pretender serlo. Aquí se habla de un niño y una niña, un hombre y una mujer, un abuelo y una abuela. Con sus problemas de hombres, como dice la canción de Ferré. Nada más. En esta película no le hace falta recurrir a la Música ni a la Pintura como en otras ocasiones (y tan bien) ha hecho para expresarse. Cuando parecía que ya lo sabíamos todo o casi todo sobre los hombres y las mujeres, sobre los niños, sobre la vejez, sobre el sexo, llega Godard con esta película y nos dice que no, que en el fondo no sabíamos nada o casi nada. Y sin amargura.
 
 
III
 
En esta película, como en otras suyas, Godard habla. Habría que editar alguna vez un disco con todos los momentos en los que ha sonado la voz de Godard, todos los momentos en los que la voz de Godard fue grabada (en sus propias películas, en películas de otros, en la tele...). Sería un objeto maravilloso. Porque su voz, su fraseo, es inimitable. Raras veces uno tiene la impresión de ver la inteligencia au travail. Esa mezcla de humor, honestidad, dureza y elegancia que de algún modo nunca se equivoca porque lo que importa es sobre todo la melodía, el fraseo, más que el contenido, la letra.
 
 

4 comentarios:

  1. El perrito de La Voz de su Amo1 de noviembre de 2012, 15:33

    Sería un objeto maravilloso.

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  2. Su voz está ya en su primera película, que es un pareado a partir de un material tan poco poético como el hormigón (Opération Béton), está también en las imágenes de inundaciones que Truffaut filmó y no montó, con las que él hizo Une histoire d'eau, es la voz que dobla al Belmondo hiperlocuaz de Charlotte et son Jules, antes de Au bout de souffle (también sobre guión abandonado de Truffaut...)

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  3. Il y avait les premiers tournedisques2 de noviembre de 2012, 8:39

    Permitiría oír el momento en que volvió a recuperar el acento suizo (¿una especie de baturro francés?), hacia la carta a Freddy Buache (¡qué película!), como señaló Deleuze.

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  4. Sería un objeto maravilloso2 de noviembre de 2012, 8:41

    Histoire d'O o la O con un canuto

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