Vista hace un par de meses en un festival. Ante todo por el título, que hace feliz con solo pronunciarlo. Y también por el género, película de final de adolescencia rodada en los sesenta. Como Los amores de una rubia, como Le départ. Menos virtuosa, menos inventiva, pero sincera y libre.
Primera secuencia. Vista de una barriada de la periferia. En el plano siguiente un grupo de chavales, de unos diecisiete años, mods, o que querrían serlo, van por la calle, pasándolo bien. Se acercan un bar. Parece que van a entrar. Corte al interior del bar, la puerta de cristal. La mano de uno de los chavales, en vez de empujar la puerta, rompe el cristal de un puñetazo. Han entrado a robar. Casi no hay dinero. Unas monedas y unas galletas.
Luego la película irá a su aire, se centrará en uno de los chavales, que se compra una moto y empieza a salir con una chica. Pero aparecerá también un tal Bronco Bullfrog, un chico del barrio que ha estado en el reformatorio y se ha escapado. Que vive como puede y prepara pequeños golpes. Llevará al protagonista y a otro chaval a robar un tren de mercancías.
(En un momento memorable aparecerán los guardias y los chicos se esconderán. El que se ha quedado más cerca, en cuclillas entre dos vagones, a un par de metros de los guardias, aguantará los nervios, pero al alejarse los guardias vomitará. Quizás por la tensión acumulada, o porque se ha estado aguantando el vómito nervioso en la boca mientras los guardias estaban al lado, para no hacer ruido.)
Bronco Bullfrog aparece de vez en cuando en la película. Es extraordinariamente amable. Vive en un mundo real de problemas de dinero, robos y clandestinidad, sabe mucho más que los otros chicos, pero al mismo tiempo parece un niño. Tiene cara de niño y un comportamiento que obedece más a las leyes de la infancia, en su vertiente más leal, que a las de los adultos.
La película se va al campo con el protagonista (que no es Bronco) y la chica. Los busca la policía, porque ella es menor . En un breve momento bajo los árboles aquello parece una película francesa de los años treinta. (En cierto modo Bronco Bullfrog es una hermana pequeña de esas películas de libertad, amor y amistad, en los confines de la marginalidad, un mundo paralelo de infancia recuperada, como algunas de Borzage, Vigo, incluso Renoir (la pareja de Monsieur Lange), Yuan Muzhi. También Le déaprt podría ser de esa familia. “Gente bella como una película de Nicholas Ray.”)
Cuando vuelven ala ciudad, convertidos en fugitivos, sucede algo memorable. Se refugian en el piso de Bronco. Que no ha vendido nada de lo que ha robado. Nada. Vive rodeado de cajas y demás embalajes. Cada vez que necesitan algo tiene que abrir un embalaje.
Bronco dormirá en una manta, al pie de la cama donde dormirán el chico y la chica.
Al amanecer el chico querrá desayunar cereales. Pero no hay ni un tazón en la casa. Bronco no ha robado tazones. Así que el chico tendrá que quitarle el plástico a una cacerola y comer en ella los cereales con leche. Habrá una hermosa panorámica, desde la chica hasta el chico. Ella le mira comer. En ese plano está toda la ternura.
En Bronco Bullfrog el guión va a saltos hacia ninguna parte, con libertad. No es un reflejo de la sociedad, es una vía de escape hacia la vida. En lugar de hábil dramaturgia hay un sentido de todo el partido que se le puede sacar a situaciones sencillas, como si estuviese rodada a la manera de los años diez, sin guión previo, según lo que se iban encontrando. Hay un amor constante de los personajes, que inevitablemente conduce más allá de la realidad, porque la película es generosa con ellos, porque son reales. Sus lugares, su voz, sus cuerpos son reales. La película no persigue el realismo o su apariencia, no lo necesita, está en la realidad. La verdadera atención a la realidad, no su simulación, conduce más allá del realismo, a la verdad quizás, o a la libertad.
Bronco Bullfrog
ResponderEliminarDe Barney Platts-Mills.
Con Del Walker, Anne Gooding, Sam Shepherd, Roy Haywood.
Del 69.
Trailer: http://www.youtube.com/watch?v=rHTF3PKVPaU