Hay trenes. Hay estaciones. Hay cartas. Hay un pueblo y una ciudad. El tiempo de la escuela, el tiempo del trabajo y el tiempo de la mili. Hay una familia, hay heridas y enfermedades y medicamentos tomados sin llamar al médico por no gastar dinero. Hay pantallas de cine. Hay un abuelo que tira petardos, a veces aposta, a veces sin querer. Hay regalos: un reloj, zapatos, un mechero, una camisa...
Hay muchas cosas y también el tiempo que pasa como a saltos, nunca se sabe muy bien cuanto tiempo ha pasado de un plano a otro, segundos, días, meses, años quizás.
Hay muchas cosas y el tiempo que pasa y hay también un chico y una chica que, imaginamos, han crecido juntos en el pueblo, desde la casa de uno se ve la casa de la otra, un chico y una chica que parecen haber crecido para estar juntos y que por ahora están juntos, aunque de eso casi nunca se habla, como mucho hablan los demás de lo mucho que se echan de menos cuando el otro no está o cuando el otro no escribe. También se cuidan y se hacen regalos. Apenas se tocan. Nunca se besan. Podemos llegar a dudar de lo que vemos, creer que en realidad hemos deducido demasiado deprisa eso que hay entre ellos. Pero no, es cierto que son, para sí mismos y para los demás, una pareja. Antes o después (y después es cuando él haya hecho su servicio militar), se casarán. Pero esto no se dice. No de manera afirmativa. Pensaremos en ese matrimonio que todos esperaban cuando, hacia el final de la película, algo lo haga imposible. Y solo entonces veremos la fuerza del amor del chico. Solo entonces veremos una emoción salir afuera con fuerza. Y será dolor y serán lágrimas y una litera golpeada con el puño.
Hay que ver el momento. Hay que ver cómo se desmonta el drama en unos pocos planos y palabras. Se da esquinado, indirecto. Nada se representa. Son piezas para armar. Armamos esta nueva realidad como lo hace el chico. Apañárselas con los fragmentos de un acontecimiento incomprensible, recomponer, a pesar de todo, una historia.
Hay una canción de los Go-Betweens que también parece contar la historia de una chico y un chico que crecen juntos, nacidos en el mismo año, vivos en un tiempo similar, y que un día ya no son lo que eran. Que parece contar y que no cuenta. Como en la película, hay unos pocos trozos de vasija con los que comprender una historia, quien dice comprender dice imaginar, y uno cree escuchar mucho más de lo que se dice, pero no son más que unas pocas frases, y el resto, como en la película, es música, es vida, y la única certeza que queda al final es que el tiempo pasó y que, en el mejor de los casos, durante ese tiempo crecimos un poco.
(Polvo en el viento, Hou Hsiao Hsien)
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