lunes, 18 de noviembre de 2019

veinte años


para Carla

Qué película esta ¿no? Se me ocurrió decir que era misteriosa y quizás no, no era esa la palabra, no hay nada oculto, todo está a la vista, y sin embargo no sabemos muy bien, o yo no sé muy bien, cual es el sentido de todo eso que está a la vista, y pensando me pregunté si no tendría que ver con esa frase que le dice la compañera de piso al personaje de Irene Dunne, "hablas como si hubieses estado fuera veinte años", e Irene Dunne responde "eso es lo que siento", me pregunté si la película no sería eso, esa sensación de que han pasado veinte años, algo que en una película quizás no se pueda sentir así sino de otra manera, digamos algo así como sentir que han pasado veinte películas, quizás veinte sean muchas, pero sí cuatro o cinco, en realidad podríamos contarlas, casi cada secuencia parece que abre hacia una película nueva, hay una secuencia lindísima de camareras decidiendo si van a la huelga y al poco estamos en un velero en Long Island y más tarde estaremos en coche en una tormenta tremenda, una tormenta de esas que ahora las llamaríamos tormenta del siglo, y luego estaremos en un melodrama con locura, y para ir dando saltos así no hay la excusa de que pase mucho tiempo, no, hay apenas 72 horas en esta historia, lo anuncian casi al principio, pero son unas 72 horas que suenan un poco arbitrarias, no es que se vaya a acabar el mundo en 72 horas, simplemente alguien tiene que tomar un barco a Europa, no sabemos qué pasaría si decidiese no tomarlo (bueno, llega un momento en el que sí empezamos a saber algo) y en realidad ese lado un poco arbitrario, casi un poco débil, de la imposición, ayuda a crear esa sensación de que pasan veinte años, veinte películas, ayuda a que las partes no se cierren bien las unas sobre las otras, que sean más bien como desvíos, y se podría pensar, por ahí lo he leído, que esa es una flaqueza de la película, que es una pena que no desarrolle  más alguna de esas películas que esboza, la película de catástrofes, la película de la locura, y quizás sea una flaqueza, pero me gustaría pensar que no, que no es una flaqueza, que es otra cosa, que podemos intentar adivinar lo que inventa esa forma que va de esbozo en esbozo, esa forma que va de película en película, admirar esa manera de quemar las naves, de recrear cada película en unos poco detalles bellos y memorables, los reflejos del agua en el muelle en la noche de Nueva York, el barro reseco de los coches y autobuses que han sobrevivido a la inundación, la victoria por indefensión de una mujer sobre otra, cosas así, y también darnos cuenta de la justo que es que de esas películas posibles sólo veamos las partes en las que el personaje de Irene Dunne juega un papel, sólo las partes de esas películas que son parte de su vida, de una inundación no dar más que la parte que ella atraviesa, de una huelga los momentos en los que ella está allí, dar así la sensación de esa cosas tan locas que le pasan al personaje en 72 horas, varias vidas en tres días, varias películas en tres días, si lo pensáis bien alguna vez os habrá pasado eso, y la sensación tan fuerte y un poco aterrada de qué será lo que podrá venir después de esa plenitud, el vacío que amenaza, toda una vida todavía por vivir, y es el que tiempo es así, a veces se nos llena, a veces se nos vacía, y también pasa que al personaje esos tres días se le han llenado sobre todo de un encuentro con un hombre, un hombre que de tan perfecto a veces no acaba de parecer del todo real, no podemos saberlo, todo va demasiado deprisa, como en el amor, de tanto que sentimos a alguien, de tan real que lo sentimos, se nos puede hacer irreal, aunque tampoco es cierto que las cosas vayan tan rápido, porque en esta película que tantas películas esbozadas contiene en realidad los momentos de presente duran y el más bonito quizás sea ese en el que él toca el piano y ella canta y afuera arrecia la tormenta, como si fuese el momento cumbre de los tres días, uno de esos momentos en los que una, uno, puede sentir que ahora sí, que ahora está viva, vivo, que ahora siempre podrá sentir que ha vivido, y para crear esa sensación de tres días en los que de pronto todo es posible quizás también hacía falta eso, atravesar todas las historias, no hilarlas, no justificar la relación entre ellas, dejar que fuesen surgiendo sin encerrarlas en un aparente sentido común, dejar que sorprendan, dejar sentir que durante un tiempo, unos días, todo es posible, toda situación se puede convertir en algo diferente, y que hay una verdad en eso, la verdad que intuimos a veces cuando el tiempo, como al personaje de Irene Dunne, se nos llena y al mismo tiempo sabemos que no siempre será así, que estamos viviendo en un momento excepcional y queremos que dure pero no alargándose sino más bien ensanchándose, no queremos que sean más de tres días, queremos que esos tres días no acaben nunca. 
(When Tomorrow Comes, John M. Stahl)

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