miércoles, 6 de noviembre de 2019

una avanzadilla del cansancio




Oh, please don't drop me home 
Because it's not my home, it's their
Home, and I'm welcome no more

Yo no sé, a lo mejor son cosas mías, a lo mejor no están ahí, pero el caso es que me gusta mucho algo que pasa por el rostro de esta actriz, Barbara Shelley, en esta película de demonios y extraterrestres, en esta película de obras en el metro y trayectos en taxi, me gusta mucho algo que no sabría si llamar cansancio, o tristeza, o las dos cosas al mismo tiempo, como si se le estuviesen viniendo encima el cansancio de días y días, o siglos y siglos, de trabajo, y al mismo tiempo la tristeza de sentir que todo ese trabajo ha sido en vano, que todo el trabajo es siempre en vano, y ese trabajo es el trabajo de ser humano, millones de años de humanidad que de pronto cansan, ella tiene ese cansancio de principio a fin de la película, lo cual no le quita que también sea valiente, y al terminar todavía lo tiene en el cuerpo, todavía sigue ahí, está entre agotada y sonada mientas pasan los créditos finales, tiene ese cansancio de principio a fin y es como si en realidad desde el principio supiera mucho más que los otros personajes, como si lo supiera todo por instinto, por memoria inconsciente, de eso va la película, de una memoria de cinco millones de años, una memoria marciana, una memoria de un mundo que murió y que sin embargo permanece, por razones que no diré, en cada uno de los humanos, o en muchos de ellos, y por eso ella dice que ahora somos los marcianos, sí, lo que somos tiene que ver con ese recuerdo de hace cinco millones de años, tiene que ver con un principio de la humanidad que era el final de otra cosa, como si siempre hubiese habido detrás un duelo, el instinto de que en el principio hubo una destrucción, y entonces el planeta este en el que vive y su condición de humana no son lo que pensaba, no se reconoce, no podrá ya nunca reconocerse del todo, pase lo que pase no podrá volver a habitar el mundo de la misma manera, y también pensé que estos personajes no tenían casa, que era una película que transcurría toda en calles, en obras en el metro, en oficinas, en museos, pero nunca en una casa, como si los personajes nunca hubiesen tenido eso, una casa a la que volver, algo a lo que volver (como no tienen tampoco un esbozo de amor), como si hubiesen estado siempre en el afuera, como si la ciencia fuera un lugar a la intemperie, en los bordes de lo humano, y como si ese afuera los hubiese hecho más sabios pero también los hubiese ido agotando, como si fuesen la avanzadilla de un mundo cansado, la avanzadilla en el cansancio, la avanzadilla en la tristeza por venir. 
(¿Qué sucedió entonces?, Roy Ward Baker)

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