miércoles, 29 de agosto de 2018

lágrimas de la chica perchero

A la izquierda y a la derecha de la chica hay cojines, muchos cojines, esto no debe de ser una casa, en una casa no hay tantos cojines, no creo, esto es otro lugar, un lugar en el que todo el mundo está de luto, alguien ha muerto, quizás sea ya el funeral, quizás sea el velatorio, el caso es que la persona que ha muerto es el padre de varios hermanos y hermanas y la chica que llora es una de ellas, es la más joven, llora vestida con su kimono negro y con un sombrero en la cabeza, el sombrero no le queda muy bien, el sombrero está ahí para quedarle mal, porque el sombrero no es suyo, es de otro de los hermanos, quizás el más rebelde, en cualquier caso el que siempre llega tarde, el que dice lo que no hay que decir, el que le acaba de decir a la chica que no llore y le ha puesto el sombrero en la cabeza, todos los demás invitados al funeral lo han dejado en una salita, con una ficha para recogerlo al terminar, pero él no, él lo ha dejado en la cabeza de su hermana, como si ella fuera un perchero, un gesto raro, un gesto de chiste, un gesto como para quitarle importancia a la cosa, como para decir de otra manera, al mismo tiempo cariñosa y ruda, cariñosa porque ruda, que no hay que llorar, el detalle del sombrero es raro pero eso de decirle a alguien que no llore en un funeral no es tan raro y, sin embargo, bien pensado, debería de parecernos bastante raro, en qué momento va a llorar la gente si no es en un funeral, hay gente así, directa, evidente, que llora en los funerales, llora porque quiere, llora porque le sale, al hermano no, al hermano no le sale llorar en un funeral, le saldrá más tarde, en un restaurante, cuando todos los detalles se junten para de veras recordarle un momento pasado con el padre muerto, el hermano es un personaje complejo, la chica parece que no, pero sin embargo está el sombrero ahí, sobre la cabeza de ella, diciéndonos que a pesar de todo, a pesar de sus diferencias, a pesar de la complejidad de él, a pesar de la evidencia de ella, se quieren, y no sólo se quieren sino que tienen una afinidad especial, ella puede llorar sinceramente, él puede no llorar sinceramente, la película es un poco como la obra de teatro aquella en la que había tres hermanas y un viejo rey y sólo la hermana más joven era de veras sincera, una historia de esas con rudeza amable y buena educación traidora, pero aquí hay más hermanos y hermanas y no hay un viejo rey sino una vieja reina que lo mismo hace costura que riega sus plantas con un pincel, y no hay sólo una hermana sincera, hay una hermana y un hermano, hay la posibilidad de una alianza, con una alianza las cosas ya pesan menos, a veces parecen casi unos enamorados de esos que siempre están riñendo de broma, al final él querrá que ella se case con un tipo fuerte y no muy guapo, como él, y ella querrá que él se case con la chica a la que a ella le gustaría parecerse, una chica sincera y trabajadora, y no sabremos si lo harán, si de una manera indirecta se acabarán casando entre hermanos, si aceptarán lo indirecto a faltar de poder querer y pensar lo directo, pero en realidad no era esto lo que quería decir, más bien quería decir que él y ella son como dos caras de la sinceridad, como si entre los dos mediara una brecha, un saber diferente, y aunque en principio podemos pensar que el que más sabe es el más rudo, el más complejo, como si no llorar sinceramente fuese una fase más avanzada que llorar sinceramente, bien mirado tampoco está la cosa tan clara, quizás sea la hermana la que sabe cosas que el hermano todavía no sabe, o que el hermano ya no sabe, quizás por ser más joven sea más sabia, en realidad durante casi toda la película estamos con ella y vivimos con ella las pequeñas humillaciones del ir de casa en casa ajena, todas esas palabras y gestos que apartan, que hacen sentir que el lugar no es propio y que, a poco que una se deje hacer, nada en el mundo le es propio, porque ni trabajar le dejan, hay que verla aguantar lo que le dicen, hay que verla tener vergüenza cuando su madre le da un poco de dinero en la calle, hay que verla también con la amiga que sí trabaja, mirando juntas la carta de una pastelería, siendo ella misma de una manera que la mayor parte de sus hermanos y hermanas nunca han visto, o nunca han sabido ver, hay que ver también al nieto de la familia cuando puede estar con su abuela, todos esos momentos en lo que se deshace una tensión, en los que estar en el mismo espacio es una felicidad y no un problema, porque al cabo ese es el problema, compartir el espacio, convivir, para convivir las cosas tienen que salir con algo de ligereza, tiene que ser posible, por ejemplo, llorar cuando se quiere y también ponerle el sombrero a una chica perchero que llora, ponerle el sombrero para que deje de llorar o para que siga llorando pero sabiéndose menos sola, sabiendo que el mundo y los sombreros siguen y que en ese mundo hay alguien que está feliz de que ella exista, hay alguien que está feliz de que el mundo sea un lugar que compartir con ella. 
(Hermanos y hermanas de la familia Toda, Yasujiro Ozu)

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