jueves, 9 de agosto de 2018

la velocidad de las ilusiones


A la izquierda hay un jeep de juguete al que le faltan las dos ruedas de atrás, a saber dónde estarán esas ruedas, a saber si algún día reaparecerán, y a la derecha hay un tren de juguete con sus vías que hacen curva, pero lo que el niño más grande tiene en las manos no es un juguete, aunque iba envuelto, como van envueltos los regalos, no es un juguete, no, es un pan, ni siquiera un pan de juguete, un pan pan, y la cara del niño, como de asombro al ver el pan, un asombro un poco decepcionado, es la cara de alguien que se había hecho ideas, que se había hecho ilusiones, porque el niño había pensado que eso que había traído su padre en un paquete eran vías nuevas para su tren de juguete, y el caso es que el padre no había dicho nada como para pensar que pudiesen ser vías, pero aún así el niño se había hecho la ilusión, su ilusión había nacido en un instante, había viajado más rápido que la razón o la costumbre, hay veces que a la ilusión no se la puede parar, hay veces que uno sabe que se está haciendo ilusiones y que no hay razón para ello y sin embargo no puede parar, y al niño ni siquiera le había dado tiempo a pensar que se estaba haciendo ilusiones, así que a la decepción le va a seguir el enfado, porque una ilusión no viene y se va sin más, una ilusión tarda mucho más en irse que en llegar, así que el niño va a ir a ver al padre, seguido por su hermano pequeño, y le van a dar patadas al pan, y el padre se va a enfadar y les va a regañar y ellos se van a ir, enfadados, decepcionados, y al caer la noche todavía no habrán vuelto y todo el mundo estará muy preocupado, y uno puede pensar que ese enfado es cosa del mundo de los niños, en esta película hay mundos así, que no se pueden entender del todo desde el mundo que se les opone, el mundo de los niños y el de los adultos, el mundo de las solteras y el mundo de las casadas, el mundo de los viejos y el mundo de los que todavía tienen mucha vida por delante, como si la vida fuera ir pasando de mundo en mundo y que el mundo pasado o el mundo por venir te resulte un poco extraño, algo hay de eso al final la película, una manera de sentir que la vida es en realidad una cosa muy extraña si se ve con un poco de distancia, si se ve como en un mapa, con sus países o mundos bien separados y el asombro de que se haya podido vivir en mundos tan diferentes, pero también pasa en la película que esos mundos no son tan diferentes, hay rasgos que se mezclan, las jóvenes solteras juegan como los niños, a pillarse, a correr, a hablar en claves privadas, los adultos comen tarta a escondidas de los niños (qué lindo todo lo que pasa con las tartas en esta película), las solteras a veces saben más de la vida de casada que las casadas y todos, antes o después, se hacen ilusiones y se enfadan si no pasa lo que habían imaginado, también el padre de los dos niños se ha hecho ideas sobre la boda de su hermana, se ha convencido de que le habían dicho algo que nadie le había dicho, y cuando descubre que las cosas no son así también se enfada, como sus hijos con el pan, la verdad es que tiene bastante mal pronto ese hombre, quién lo diría, a veces parece de lo más ingenuo, como un niño, y a veces parece de lo más irascible, como un niño, sí, tiene ingenuidades de niño y enfados de niño, pero ahora es adulto y esos enfados tienen más poder, eso preocupa un poco, aunque pronto se le pasan, y no solo él se hace ilusiones, se hace ideas, les pasa a casi todos, se hacen ideas y ya les parece que son realidades, hay una chica, una de las dos solteras, que le dice a una casada que la felicidad no es más que anticipación, como ir a las carreras pensando en a qué caballo vas a apostar y al poco ponerse a imaginar en qué vas a gastar el dinero que vas a ganar, y aunque ella no habla de la decepción que te puedes llegar si pasa lo lógico, si tu caballo no gana, ya nos la imaginamos nosotros esa decepción, uno no puede evitar la velocidad de las ilusiones, la velocidad a la que viene una idea, aunque también pueda ser, claro, que alguien se haga ilusiones y no crea en ellas y aún así las diga y eso cambie varias vidas, que las ilusiones más irreales se hagan reales, y hay que ver también cómo Noriko, la hermana soltera, de pronto decide lo que va a ser su vida, de pronto ve y piensa algo que antes no había pensado, o que andaba ahí durmiendo, esperando a ser pensado, a ser de veras pensado y dicho, las ideas parece que vienen de pronto, pero tampoco es verdad, porque eso que Noriko decide de pronto era algo que había ido creciendo en ella sin que se atreviese a de veras pensarlo, y la ilusión que se hace el niño al ver el paquete tampoco viene de ninguna parte, viene del deseo de vías que en él había ido creciendo, un deseo que había crecido tanto que cualquier paquete que llegase no podía ser más que eso, vías, y las ideas que el hombre se había hecho sobre la boda de su hermana venían de algo aún más fuerte y difícil de contrariar que el deseo de vías, venía de las costumbres y tradiciones, de lo que se supone que es la vida y el cómo se hacen las cosas, y cuando una ilusión está ahí parece que no vale de nada gritar, no en el mundo de esta película, hay que dejar tiempo para que pase, eso les pasa a los niños con las vías, eso le pasa al hombre con su hermana, eso quieren creer que le va a pasar a ella, pero no, porque lo que a ella le ha pasado no es una ilusión, es una decisión, no es algo que le vaya a venir desde afuera, como el premio en las carreras, como las vías que trae el padre, es algo que ella puede hacer, es algo que ella va a hacer, y quizás resulte finalmente que la felicidad sea otra cosa que anticipación, otra cosa que ilusión. 
(Principios de verano, Yasujiro Ozu)

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