Es una película de cirugía y la cirugía es cosa de manos. Es una película de manos. Las manos del millón de dólares, dice una foto en una revista. ¿Por qué un millón de dólares? Son manos en estado de gracia. Manos infaliblemente conectadas con el pensamiento, manos que piensan, intuyen y nunca fallan. La gracia no es solo habilidad. Algo así dice la película. Hay cirujanos que son buenos trabajadores y los hay que tienen algo más. La gracia del corte justo.
La película también dice que esa gracia de las manos viene de algo así como el alma, y el alma del personaje es el lugar del que viene. El alma del personaje es el gueto. Trabajar en el gueto: que cada uno de los gestos que hacen esas manos tenga su razón de ser. Pierde la gracia al trabajar en vano, al cortar en vano.
Vale, vale, pero no es de eso de lo que quería hablar ahora. Solo quería hablar de la gracia de las manos. ¿Cómo hacer visible esa gracia en una película que nunca muestra el bisturí cortando la carne humana? ¿Cómo podría hacerla visible aunque nos mostrase ese cortar? ¿Cómo podríamos aquellos que nunca hemos sujetado un bisturí ver que ese corte no es solo un buen corte sino un corte hecho con gracia? Bueno, podemos ver que esas manos no salvan al paciente, podemos tener un muerto sobre la mesa de operaciones. Pero eso tampoco dice bien la gracia, eso es solo carne de drama.
Si no le vemos cortar, ¿qué es lo que vemos hacer a este médico con sus pacientes? Sobre todo le vemos hablar. La gracia está en el trato. La gracia que vende está en las palabras que ya no son dichas a la gente del gueto sino a señoras con perrito.
Pero hablar no es cosa de manos. ¿Qué le vemos hacer con las manos? Oh, con las manos despeinaba a los muchachos del gueto que esperaban en lo alto de las escaleras, frente a la clínica, y los muchachos sentían que aquella mano que despeinaba estaba llena de afecto y gracia, que aquellas manos jamás podría hacer daño a n.
Sí, le vimos hacer eso, despeinar a un muchacho, en los viejos tiempos, en los tiempos felices y pobres. Y le volvemos a ver hacer ese gesto en los nuevos tiempos, los tiempos tristes y millonarios. ¿Y qué hace el muchacho? El muchacho se aparta. No parece que haya cambiado nada en el gesto de la mano, pero el muchacho siente que la gracia ha desaparecido. Es como esas películas en las que un animal siente que un vampiro ya no es humano, mientras los humanos todavía se dejan llevar a engaño. Oh, el cirujano es ahora como el hombre que ha perdido su sombra o su reflejo en el espejo. Es el hombre que ha vendido su alma, y la gracia iba con ella. La gracia de las manos de cirujano que solo se nos hace visible en la gracia perdida de la mano que despeina.
(Symphony of Six Millions, Gregory La Cava)
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