viernes, 28 de noviembre de 2014

lo que yo esperaba de la alegría



...quizás porque era de noche e iba en coche hace un rato recordé Lettre à mon ami Pol Cèbe, y ahora hablo de memoria y lo que digo no es fiable, pero se me vino a la cabeza y al cuerpo como un gran abrazo, pensé eso, que cuando tantas cartas filmadas hicimos, pasado reciente, o pasado en curso, quizás habría que haber pensado en dar abrazos filmados, en dar apretones de manos filmados, dar la mano siempre ha sido lo que yo esperaba de la alegría, sí, la carta al amigo Pol Cèbe que tres amigos filman, bromean, cantan, recitan, en un coche, mientras cae la noche y vienen recuerdos y deseos y nombres de amigos uno a uno dichos, se me cruzaba con Boris Barnet, con la alegría de Barnet, me pregunté si la película que años más tarde podrían haber hecho los personajes de Barnet,  no sería esa, la carta al amigo Pol Cèbe, la alegría del cine como descubrimiento de otro mundo en este, cálida como el abrigo rojo de la infancia que una y otra vez vuelve en la carta, cálida como el sol rojo y como las luces de la autopista de noche, sí como un abrazo dado de noche, cuando va haciendo frío, y por el que tantas cosas pasan y se dicen, sí, cosas que hacen latir el corazón, cosas para hacer latir otros corazones, no es fácil, en realidad es como un milagro, un milagro posible, un milagro que parece al alcance de la mano, realizable, y por ello aún más maravilloso, porque al verla somos parte del milagro, porque con esfuerzo y atención sabemos que un día puede volver a suceder, y ahora quizás sea hora de volver a verla y volver a oírla, pero sólo quería deciros eso, compartir eso, el recuerdo real o inventado de algo así como un abrazo filmado...

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