sábado, 1 de noviembre de 2014

lazo rojo corot


...y el lazo rojo en el pelo de la niña que a los diez años ve por primera vez a su padre, ahí como en un cruce de caminos, apenas vuelto él de las Américas y al instante ya se está yendo, un encuentro que no dura nada, o que dura toda una vida, porque aquí en Tras-os-Montes ya sabemos que las tardes a veces son siglos y los siglos instantes, un encuentro que dura apenas un instante entre dos viajes, plano contraplano, tan bello el padre con su barba de otro tiempo y su abrigo de haber, quizás, prosperado, y su flor blanca en el ojal, tan bella la niña vestida como de domingo, como para el primer y único domingo en diez años, y él, visto desde abajo, como visto por ella, se recorta contra un cielo azul muy azul, como un cielo de otro mundo, y ella, vista desde arriba, como vista por él, se recorta contra la tierra, la áspera tierra parda del campo de Tras-os-Montes, y en el pelo de ella está ese lazo rojo, rojo Corot, un lazo muy del tiempo en el que se hizo la película, un lazo que podríamos encontrar en las fotos de un tiempo en el que aún no habíamos nacido, o en el que estábamos por nacer, pero también un lazo rojo como las manchas rojas en los cuadros casi de un solo tono de Corot, allí, entre el verde y el pardo y el ocre y esos colores que yo no sé nombrar, aparece a menudo, sí, una única mancha, una o dos pinceladas, de rojo, rojo flor o rojo humano, y aquí también, en Tras-os-Montes, el rojo del lazo, pero también el rojo de la increíble rosa roja en el cementerio nevado, el rojo del jersey de una niña sentada allí al fondo del plano, la espalda contra el muro de piedra de una casa, y otros rojos que ahora no recuerdo, tampoco estuve así contando los rojos, pero a veces sí los veía, los reconocía como amigos que aparecían así, a la vuelta de la esquina, a la vuelta del plano, y un momentito los saludaba, la manchita roja y el mundo entero, lo tan pequeño y tan detalle y lo tan grande y el instante y los siglos, como ese encuentro ahí, en el cruce de caminos, entre una flor blanca en el ojal y un lazo rojo en el pelo, entre el cielo azul muy azul y la tierra parda muy parda...

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