domingo, 8 de diciembre de 2019

home run



Hay tres mujeres, van muy elegantes, mirad los guantes, mirad los bolsos, mirad las manos cruzadas sobre los bolsos, y están sentadas en unas gradas, no sé si adivinaréis dónde están, mejor os lo digo, están en un partido de béisbol, en realidad en esta película los personajes están cada dos por tres yendo a sitios así, a lugares de ocio, aunque algunos trabajan, pero no sabemos muy bien en qué consiste ese trabajo, lo que importa es ese otro tiempo, el tiempo libre, el tiempo en el que uno tiene que pensarse qué hacer, cómo ocuparse, cómo sentir que ese tiempo merece la pena, y los personajes a veces van al teatro, o al cine, o a jugar al pachinko, que es algo parecido a un pinball pero vertical y en el que se pueden ganar cosillas, o al velódromo a apostar, o simplemente a beber o a comer, parece que importa no estar en casa, porque el matrimonio al que más vemos no se lleva bien, tampoco muy mal, simplemente no tienen nada que hacer con el tiempo en común, así que ella se va con sus amigas, es la que están en centro ahí, en las gradas, y él se va con sus amigos, a buscar algo que les anime, él dice que se siente bien con el pachinko, que acaba de descubrir, jugando puede estar solo y concentrado en medio de un montón de gente, uno de sus amigos, con el que estuvo en la guerra, recuerda esos tiempos de guerra como tiempos de diversión, pero él no, él no se deja llevar por esos recuerdos, simplemente vive y trabaja y sale y siente el tiempo pasar, y ella también siente el tiempo de su vida pasar y sale todo lo que puede con sus amigas, pero la verdad es que no parece que aguante muy bien eso, el estar viviendo, el estar sintiendo pasar el tiempo, aunque ella no dice nada de eso, simplemente se lamenta del marido que le ha tocado, así que ahora está con las amigas en el béisbol, hace un rato una de ellas, la de la izquierda con el vestido gris y el sombrero blanco, dijo que le encantaba cuando había un home run, que es cuando el bateador le pega tan bien a la pelota que no hay manera de que nadie la atrape y todos los corredores marcan punto, lo acabo de leer, y supongo que lo que le emociona es esa emoción súbita, esa aparición ahí en el campo de juego de lo excepcional, de lo difícil, pero ahora mismo, si os fijáis, ellas no están mirando el juego, el resto del público está mirando en una dirección y ellas están mirando en otra, y eso es porque allí, entre las gradas, acaba de aparecer el marido de la mujer que amaba los home runs, ella no sabía nada de que él fuese a ir al estadio, y al poco aparece junto al marido una chica joven y, la verdad, muy guapa, y todo eso, ese azar, debe de ser en realidad mucho más interesante que el posible home run, porque todas están allí mirando y comentando, no saben bien quién será la chica, y le dicen a ella, a la esposa sorprendida, que se ha puesto pálida, aunque ella lo niega y nosotros no podemos saber si es verdad, no con ese plano, no con esa luz del atardecer, pero quizás sea cierto que se ha puesto un poco pálida, o que al menos le ha dado un pequeño vuelco al corazón, aunque sólo sea por la sorpresa, aunque sólo sea por descubrir que su marido no es exactamente lo que pensaba, y quizás la película va de eso, de las cosas que pueden hacer que nos lata un poco más rápido el corazón, o un poco más lento, aquellas cosas que de pronto le dan al tiempo otra cualidad, y los personajes lo buscan en esas cosas del ocio organizado, esas cosas del ocio fuera de casa, teatro, cine, deportes, apuestas, pachinko, y también en esa otra forma del ocio un poco más retorcida, la mentira, la película empieza con una mentira un poco complicada y ridícula y a partir de ahí vienen otras que la mayor parte del tiempo son, además, innecesarias, se miente cuando se podría decir la verdad, quizás porque el simple hecho de mentir la da a lo que se hace otro sabor, le da un poco más de emoción, y ahora que lo pienso esa mirada de las tres mujeres, claro, es una mirada hacia una mentira descubierta, ellas hace un rato también mintieron y ahora están descubriendo la mentira en uno de los maridos, la mentira es una forma de ocio mejorado, le da a la vida un poco de ficción, pero en realidad no parece que ni en el ocio ni en la mentira los personajes acaben de encontrar eso que buscan, esa emoción, esa sensación de estar vivos quizás, siempre están en el fondo un poco tristes, o un poco apagados (y eso que todavía no llegó a sus casas la televisión y al menos tienen que salir de casa), como si se viesen a sí mismos desde afuera, ahí, viviendo eso, ser espectadores, ser jugadores de pachinko, ser mentirosillos, como si se vieran desde fuera y les decepcionase ser eso, estar ahí, viviendo esas vidas sin ninguna ficción, como si hubiesen esperado otra cosa de la vida alguna vez, en algún momento, y les quedase el recuerdo de eso, no de lo que habían esperado, pero sí de que habían esperado, les queda el recuerdo de una esperanza sin que recuerden el objeto de esa esperanza, y entonces algunos de los personajes se montan historias en su cabeza, se la llenan de algo que quizás no es real pero que al menos tiene el mérito de ser eso, una historia, y en ese momento ya no es que estén apagados, están de veras infelices, está subiendo la pena por su cuerpo, se les está subiendo a la cabeza, les está nublando la vista, les está nublando la vida, y hace falta algo, un azar, un pequeño milagro, para que de pronto esa nube se disipe y se les aparezca tal cual el presente, un presente íntimo, un presente casero, y de pronto acepten estar viviendo ahí, acepten verse viviendo eso, y no se trata de una renuncia, no, renuncia era lo otro, el pachinko, el velódromo, la mentira, se trata de un despertar, que es como un home run pero que le sucede a uno mismo, se trata de la felicidad de sentirse de pronto presente y atenta, de sentirse aquí y no allí, siempre allí, fuera, en otra vida. 
(El sabor del té verde con arroz, Yasujiro Ozu)

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