domingo, 19 de abril de 2015

para qué sirven los ríos (2)



... para cruzarlos, sobre todo si no hay nada que buscar del otro lado, cruzarlos por cruzarlos, por el puente más difícil, cojo o a caballito o a ciegas, y pasárselo muy bien cruzando, y pasarlo un poco mal también, ese pasarlo un poco mal que hace que uno se lo pase aún mejor...
... para lavar la ropa cuando uno vive de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, caminando o viajando de prestado en camionetas, y que entonces pase algo allí al borde del río, y que mientras pase algo el río esté ahí al lado, con sus brillos centelleantes que lo mismo brillan si lo que pasa es bueno que si lo que pasa es malo...
... para viajar en una tina río abajo y en taparrabos...
... para ser salvado de romperse la crisma bajando río abajo en una tina y en taparrabos, y darle un susto de muerte a quién galopa para salvarnos y al ser salvado descubrir que en el fondo a uno le quieren, y que, en el fondo, un también quiere un poco...
... para ir a buscar los monstruos del río y encontrarse con un circo...
... para volver a cruzar el puente que una vez se cruzó llevando a hombros a un amigo cojo y darse cuenta de que el río sigue estando allí pero el amigo, que era casi casi un enamorado, ya no, y que además terminó el verano y no basta con el río para ser feliz, el río no es más que una melodía paralela a lo que se vive, casi siempre la misma, luminosa, en movimiento, una melodía que no cambia y que sin embargo suena triste cuando uno está triste y suena alegre cuando uno está alegre, así de sencillo, y hace la alegría un poco más bella, y también la tristeza...
... para un roto...
... para un descosido...
... para nada, ay, para nada...

(varias películas de Hiroshi Shimizu)

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