domingo, 19 de abril de 2015

historia de isaac


... no hay, creo, mucho que decir, el cine existe, nos dicen, desde hace dos años, y esto es una calle de Beirut filmada por Promio, que era uno de los operadores de los hermanos Lumière, un viajero de país en país, de ciudad en ciudad, en Barcelona filmó cómo se descargaba un barco, en Madrid llegadas de toreros, y soldados en bicicleta (un plano como de comedia musical que demuestra que la razón última del ejército debería de haber sido la opereta) y siempre calles y plazas, los lugares donde la vida se mueve, claro, la gracia era ver el movimiento, y podemos imaginárnoslo llegando a Beirut y buscando el lugar que filmar, y luego cómo filmarlo, hay una línea en esta plaza, una línea invisible que conecta quizás dos puntos que no vemos, uno a la derecha del plano, otro a la izquierda, y Promio pone la cámara para que todos estos paseantes vayan de un lado a otro del plano, sí, pero no en paralelo con la cámara, no, sino ligeramente en diagonal, lo suyo eran las diagonales y las curvas, aquí elige una diagonal, y la gente pasa, lejos y cerca, muy cerca, rápido y despacio, a paso humano y a paso animal, y poco a poco nos fijamos en algo, poco a poco el plano tiene dos protagonistas, sí, digo protagonistas como en una película de ficción, porque de pronto se vuelve una película de ficción, ahí van un señor con barba y un chiquillo, y si se vuelven protagonistas del plano, si de pronto hacen que nos pongamos a imaginar una historia, es porque van a otro ritmo, más lento, porque de pronto parece que el tiempo del plano va a ser el suyo, y así es, es el tiempo que tardan en cruzar el plano, y también porque son dos figuras como para echarse a soñar, y yo me he imaginado que eran Abraham e Isaac camino del no-sacrifico entre calesas y porteadores, pero cada cual puede soñar lo suyo, historias bíblicas, historias de las mil y una noches, novelas, cuentos picarescos, cruzando lentamente la plaza de una ciudad moderna, modernísima, Beirut ahora mismo, Beirut 1897, y la otra historia que me imaginé, y que yo creo que es cierta, es a Promio con el brazo levantado, es a Promio bajando el brazo para indicarles al señor barbudo y al chiquillo que echasen a andar, como quien no quiere la cosa, soltando su pequeña ficción en medio de la realidad, una ficción que no es más que un apunte, bella porque es un apunte, una invitación a rellenar, una cuestión de ritmo...

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