El polen vuela, sí,
mucho polen, nunca vi tanto polen en un plano, y suena la música y
es primavera, esta es una película sobre la primavera, la vuelta a
la vida tras el invierno, todo eso, al fin y al cabo, ahora lo
entiendo la cámara empieza descendiendo, de panorámica en
panorámica, desde las cumbres nevadas hasta las laderas floridas, sí
floridas, y eso le pasa también a la protagonista de la película, o
a la que mediada la película resulta ser la protagonista,hasta
mediada la película no sabíamos quien podía ser el personaje
central, si es que lo había, quizás era la chica joven, quizás el
chico americano, quizás incluso el hijo con acento alemán, pero no,
cuando por fin se decantan las cosas resulta ser la historia de esa
mujer que ya ha pasado, se supone, la edad de amar y sobre todo de
ser amada, pero que no se resigna a ello, no, no entra en razón, y
se enamora, sí, de un hombre más joven, del chico americano, ella
europea y mayor, él americano y joven e ingenuamente enamorado de la
vieja Europa, de su memoria, de su historia.
La película se
titula Le mirage, el espejismo, y es europea, transcurre al
borde del lago Leman, la dirigió un hombre que parece evidentemente
culto, Jean-Claude Guiguet, culto y confiado, al menos un poco, en
las virtudes de la cultura y del conocimiento. El conocimiento de la
música, de la historia, de la literarura, y también el conocimiento
de las flores, ya lo decía antes, vuela el polen y esto es inusual,
creo, y también el oír tantos nombres de flores y de algas, y ahora
que lo pienso también el no verlas nunca en primer plano, se habla
de flores y no se ve nunca ninguna de cerca, siempre esa masa de
vegetación, esa vitalidad desbordada de la primavera.
Y se ve también a
un personaje, la mujer protagonista, la madre, decir que es feliz,
decirlo y repetirlo. ¿Y sabéis qué? Es verdad. Se nota, se le ve
en la cara, es feliz, casi hasta la locura, hasta algo que se parece
a la locura, qué miedo puede dar de pronto la felicidad ajena, la
felicidad más allá de toda razón. ¿No es esto raro? Decidme,
porque ahora mismo no lo sé, ¿no es inusual que un personaje de una
película manifieste así su felicidad, con tanta insistencia? Dadme
más ejemplos, por favor, ¿donde? ¿cuando? ¿cómo?
Y ahora me pregunto
si este tema, la felicidad, no se ve siempre, o no se ve mejor, así,
cuando llega a destiempo, cuando ya no se espera, cuando ya parece
que ha pasado el tiempo natural de ser feliz. La felicidad de pronto
la deben decir los que se supone que ya están más cerca de la
muerte que de la vida. La deben decir porque para ellos es milagro,
es lo inesperado. Y nada se ve como lo inesperado. Se ve y hasta da
miedo, de pronto se han quebrado las leyes de lo natural, de pronto
la vida resurge cuando parecía que ya era para siempre el invierno,
las cumbres nevadas, etc, y no, claro, vuelve la primavera, les
vuelve la primavera a los que ya parecían enterrados en vida.
Y entonces recordé
otra película de Guiguet, Les passagers, había allí, de
pronto, en un cementerio, una mujer que le hablaba a una tumba (ay,
las escenas de alguien hablando a una tumba siempre funcionan tan
bien... salvo cuando no funcionan, claro, entonces son horribles,
particularmente horribles). La mujer le hablaba a la tumba del que
fue su marido, o su compañero, o su enamorado, no sabemos, no
recuerdo ya si sabemos, lo que sí recuerdo es que ella le dice que
cómo es que él se fue antes que ella, no era eso lo que habían
previsto, y sobre todo ella habla del miedo que siempre ha tenido a
ser enterrada viva, son cosas que suceden, y cómo él le decía que
bastaba con clavarle un alfiler en la planta del pie al supuesto
cadáver, para saber si de verdad estaba muerto o no, es un recurso
que nunca falla, y ella se pregunta ahora, ahora que él se fue,
quién querrá clavarle un alfiler en la planta del pie a ella, a
ella que aún sigue aquí.
Recordaba esta
escena al ver Le mirage y
pensaba que eso le pasaba al personaje feliz, que la daban por muerta
y de pronto algo, alguien, le había clavado un alfiler en la planta
del pie y ella había despertado, y de pronto todo se le hace, claro,
maravilloso, y también maravillosamente doloroso, la primavera, el
polen, las flores, el propio cuerpo, todo está ahí, luminoso, y
todo puede de nuevo perderse, aunque ella tenga la fuerza de negar
ese riesgo, que es lo que parece locura en su afirmación de la
felicidad, en su entrega a lo que en ese mismo momento siente y
espera, aunque se sienta allí, y al final llegue y la atrape y nos
atrape, el olor de la muerte, que le da su color especial a la
felicidad, una muerte de la que ya ningún alfiler clavado en la
planta del pie podrá salvarnos, y quizás no hay película sobre la
felicidad, explícitamente sobre la felicidad, que no tenga esa
sombra necesaria, y otro día hablaremos más en profundidad y
recordaremos, si os parece bien, un cuento de Ramuz, La paz
del cielo, o cómo la sombra
hace visible la luz.
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