jueves, 15 de agosto de 2013

bonito, bonito

Nosotros queríamos jugar a poder algo y colar esta película en un festival de cine, sí, en un festival serio, y sobre todo riguroso, y no fue posible, jugamos a tener poder pero no lo teníamos, o no tanto, qué falta de rigor, qué falta de seriedad.

Esto ahora es un apunte de lo que quiero escribir, tarde o temprano, sobre esta película, que es Paroles/Images/Vitez, y que es de un amigo, de Dominique Baumard, pero no se trata de eso, no, no se trata de colar la película de un amigo. O sí, para eso están los amigos, y además somos nosotros también serios y rigurosos, a nuestra manera, y no llamamos amigo a cualquiera, no de puertas para adentro.

(Me vais a perdonar el caos de mis palabras, aquí a mi lado hay un vaso de jerez varias veces vaciado y suena Kiko Veneno. El hombre y su circunstancia, que diría Oliveira que diría Ortega. El hombre y su vasito.)

Recordáis, ya os dije en otro lugar, que era algo así como un documental (a mí el documental, como los dibujos animados, me gusta mucho) sobre dos chicos, o dos hombres, o dos actores, o dos amigos, poned la palabra que queráis, que preparan una obra a partir de textos de Antoine Vitez, actor y director teatral. Y el comunista en Mi noche con Maud, por si queréis ponerle cara.

Dominique los filmó durante todo el tiempo que duró la preparación de la obra, desde las lecturas en casa de uno de ellos hasta los ensayos finales sobre la escena, pasando por los ensayos en salas anónimas del teatro,  salas con aspecto de clases de instituto vaciadas de sus pupitres.

Y luego montó en función del texto. Quiero decir, y ahora el jerez no es ayuda: alterna todos los espacios y momentos de trabajo, puede empezar un fragmento del texto en la casa, seguirlo en una sala anónima, concluirlo en el teatro, o de pronto volver a la casa, encabalgando un poco el texto de salto en salto, un poco de lo último que oímos en el nuevo espacio. ¿Me explico? En realidad es sencillo, muy sencillo. La línea conductora que no se rompe es el texto. Seguimos ese hilo mientras se alternan espacios y tiempos de trabajo, entrecruzado el texto con indicaciones de puesta en escena, con tentativas de entender qué quería decir Vitez con tal o tal frase, con anécdotas que se recuerdan al hilo de lo que el texto dice, etc.

La película es como una larga frase, como esa novela de Andrzejewski, Las puertas del Paraíso, que esta compuesta de dos frases y una de ella es "Caminaron toda la noche". Sí, algo así es, una forma única, o que al menos yo no había visto nunca, el montaje inventando algo que sin él no verías, que cosa más bonita puede ser el cine cuando se pone modesto y serio y atrevido.

Bueno, de todo eso quiero escribir, no ahora, otro día, y en un pedestal donde nos oigan, si puede ser, pero lo que quería decir ahora, lo que quería recordar, es lo siguiente: qué bonito, qué alegre, es el espectáculo de dos inteligencias trabajando. De dos inteligencias, los actores, trabajando sobre otra inteligencia, Vitez, que trabaja, que busca, que cambia de idea, pero siempre con convicción. Dos inteligencias, además, que están creando una forma, la obra, los gestos, las entonaciones. Dos inteligencias cuyo pensamiento se hace cuerpo.

Qué espectáculo, sí, espectáculo, más alegre, porque además son alegres en su trabajo, son divertidos, son inteligentes cual un par de payasos, serios como un par de niños, no, como un par de adultos. Qué bonito de pronto el oficio de actor, buscando algo, entendiendo, haciendo ver y oír, qué bonito el oficio de cineasta, mirando, escuchando, ordenando, buscando un hilo tenue en lo real.

Eso pensaba hoy, por ahí sentado, hablando, y recordando de pronto a esos dos en su sala de ensayo, en su casa o en su escenario, y a Vitez ahí en unos folios, y al cineasta detrás de su cámara, y en esa película de acciones y sonidos, esa película con planos, pero sin imágenes, y qué pena penita pena que los serios y los rigurosos no la quisiesen, quizás hubiese demasiada alegría en ese espectáculo, sí, y eso no puede ser, no.

Otro día, con menos jerez, y no de memoria, sino habiéndola revisado, volveré a Paroles/Images/Vitez.

Y nos subiremos al primer pedestal que pillemos vacío.






1 comentario:

  1. En realidad ya había dicho todo esto:

    He visto un vídeo, o película, o documental, no sé exactamente lo que es, que hizo Dominique sobre la preparación de un espectáculo que hicieron dos actores, Damien Houssier y Maxime Kerzanet, a partir de textos de Vitez. Me pasó lo que se supone que es un primer montaje. Dura dos horas y media. No se parece a nada. A mí me parece apasionante.

    Los filmó durante todas las fases del trabajo, cámara en mano, o en trípode, y una grabadora de sonido, pero nada más.

    Lo ha montado de una manera muy peculiar, utilizando como hilo conductor el texto y no la cronología del trabajo. Es decir: puede montar unas frases de un momento y un lugar de trabajo, retomarlas en parte y continuarlas en otro momento y lugar, mostrar las dudas sobre lo que hacer con el texto en otro momento, y así todo el rato, yendo y viniendo entre todos los momentos, pero con el texto que sirve de hilo. Y así filma al mismo tiempo el texto y el trabajo sobre el texto y la preparación de un espectáculo como yo nunca lo había visto. Es eso, el trabajo teatral como nunca lo había visto en una película.

    El resultado de ese montaje es muy peculiar, me parece el equivalente en cine (documental) de la novela en una frase Las puertas del cielo, o de la novela en un párrafo de Bolaño Nocturno de Chile. Un flujo constante, como un río, del que se puede salir pero en el que al volver a entrar te arrastra la corriente.

    Está también esa idea que a mí me interesa mucho de que el texto lo puede aguantar todo, mientras se oiga lo aguanta todo, unifica todo. Y un trabajo, claro, sobre la repetición en tomas diferentes

    Es también una película sobre la inteligencia, la de ellos dos haciendo la obra, la de las palabras de Vitez... A mí lo de la inteligencia es algo que me encanta, porque a menudo tengo la sensación de estar volviéndome tonto y cosas como esta me hacen respirar de pronto. Y porque creo que la inteligencia es también un material posible del cine, como lo es de la literatura. Esto lo decía Marker, pero quizás sea aún más asombroso en Rohmer, acabo de volver a ver la primera media hora de Ma nuit chez Maud, con Vitez, precisamente, y es deslumbrante cómo transforma la inteligencia en materia dramática.

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