viernes, 27 de noviembre de 2009

No (notas no graciosas sobre Funny People)

(Esto lo escribió Rodolfo Sirk hace un mes, se nos traspapeló, él pensó que habría que reescribirlo. Pero mejor no. Rodolfo Sirk no reescribe, es perezoso, vendió su fuerza de trabajo al Diablo.)

Tiene Funny People la incómoda incertidumbre temática de la vida. No sabemos cuál es el tema exacto que trata, y apenas cual es su género, y a menudo no sabemos si lo gracioso es o no gracioso, si es gracioso porque no es gracioso, no sabemos si cierto personaje que parece imbécil lo es o no, si la moral es mejor o peor que la amoralidad.
La sensación que deja es la de haber pasado un tiempo con unas cuantas personas, y haberlas conocido lo suficiente para saber que no podemos resumirlas en un par de frases, que no sabríamos si podemos o no confiar en ellas. Más que una comedia americana el efecto que nos produce es casi el de ciertas películas japonesas, donde la belleza fugaz del plano haiku hubiese sido reemplazada por la belleza aún más fugaz de la réplica divertida, como jalones puestos en el tiempo y en la vida para comprobar que, en efecto, ahí andamos. (Y en este sentido la complejidad de la película me resulta mucho menos construida, más irresoluble que la de de una recreación de Ozu y Naruse como Still Walking.)
Por estar más allá de los agujeros negros que he atravesado y que perfectamente sé que no están vacíos, no sufro ni siquiera el tan temido y horrible sentido de un vacío concreto. Y es que el vacío no es tal porque tiene en el humor un inquilino perpetuo. El humor ocupa el lugar de la esperanza en todo. El humor es el inquilino eterno del vacío. Esto ha sido lo que he descubierto y no puedo comunicar a nadie. Así que no es cierto que la esperanza sea, como alguien dijo, la resistencia del ser ante las previsiones de su mente. No. Es el humor la verdadera resistencia de fondo. ("Amé a Bo", en Exploradores del abismo, Enrique Vila-Matas)
Sabiendo que no puedo reducir el sentido de la película a una fórmula y que ahí está quizás la única fórmula de la película, la imposible certidumbre definitiva sobre nuestros amores, nuestros amigos, nuestra vida, propongo una pista temática: cada uno de nosotros somos, de una manera particular, unos mierdas, y una definición de la personalidad podría ser la forma particular de cada uno de ser un mierda.
En Funny People cada personaje es a su manera un mierda con los demás: famoso egoísta e insensible, inadaptado social cobarde, actriz histérica e indecisa, gordo infantil y rencoroso, engreído sin remedio, folladora de estrellas, cretino australiano seudobudista, rapero agresivo y paranoico… Sabiendo esto de uno mismo no hay recetas milagro, y el personaje de Adam Sandler, George Simmons, no va a tener una revelación fundamental que cambie su personalidad, toma tan solo conciencia de eso, de su parte mierda. Pero cambiar no será fácil, y la película no da la ilusión de que sea fácil.
A su manera cada uno es un mierda, y eso quiere decir que a su manera los otros también son unos mierdas. Pero el conocimiento de ese punto particular del otro tampoco quiere decir nada, es un paso más, pero no un paso definitivo. Sé cuál es tu mierda, cuál es tu gran fallo, pero eso no es saberlo todo, no es conocer la verdad definitiva del otro, simplemente es saber algo más. En cierto modo es el único sentido de la subtrama de Ira Wright con la chica. Apenas empieza a conocerla hay algo en ella que parece una debilidad, pero sólo es un dato más, en realidad no sabe nada de ella.
Los personajes se dedican al stand-up, a su manera un arte parcial, momentáneo, todo sobre un tema, una idea explotada al máximo, pero no una visión global. Del mismo modo los personajes y sus vidas se presentan como momentos, no como destinos ni como arquetipos definitivos. La película deja con la sensación de que termina porque hay que terminar, que el tiempo compartido con los personajes podría continuar.
Pero puestos a terminar, termina con el reencuentro entre George Simmons e Ira Wright, vagamente reencuentro de amistad, pero sobre todo reencuentro de trabajo, George Simmons está enganchado a su trabajo y en seguida se lanza sobre las ideas que ha anotado en una hoja de papel. Lo que le devuelve a Ira es haber vuelto a ver el trabajo de Ira. Este momento me recuerda otro en la película, cuando Ira y la chica humorista se empiezan a lanzar pullas en presencia de George Simmons, que los deja diciéndoles que si se queda se va a enamorar de los dos al mismo tiempo, es decir se va a enamorar de ellos como dúo cómico. Y puestos a que haya una idea de milagro, de transformación, no es la de los personajes que cambian de personalidad, es la de la conversación que se convierte en humor, lo real en arte menor (menor no debe ser entendido como juicio de valor).
La transformación de la palabra en ingenio, y cómo esa transformación a su vez transforma la relación entre las dos personas que hablan. No la conversación en el sentido que le da Stanley Cavell en su libro sobre la screwballl comedy, como medio para llegar a una nueva relación, sino más bien el ritmo de la réplica como paso de baile, la conversación que se desliza hacia el humor a dos como los pasos de Fred Astaire y Cyd Charisse se deslizan insensiblemente del caminar al bailar.

(Postdata: Parte de la prensa francesa, aún apreciando la película, le reprocha su debilidad política. Motivo: al final la ex de George Simmons se queda con su marido en vez de volver con él. Interpretan esto como un elogio de la familia, cuando en la película queda claro que esa familia no es tampoco un mundo ideal, es decir es lo real, un mundo ni perfecto ni infernal, lo que hay.
Lo que vemos también en esas secuencias es a alguien que no consigue cambiar su vida, rectificar los errores cometidos. Dicho de otra manera, que la vida no va a ser una comedia romántica. Cabe preguntarse si realmente esa idea es reaccionaria o más bien rupturista con las tramas cómicas tradicionales.
Por otra parte este reproche político se le hizo ya a Lío embarazoso, porque en vez de abortar los personajes aceptaban tener al bebé e intentar formar una familia. Pero esto es algo que hacen los personajes, otros personajes en la película tienen otras ideas. Y aún así, ¿por qué es reaccionario mostrar a personajes que no actúan ni piensan como uno mismo? A ese paso caemos en el simplismo de lo bueno y lo malo, aunque sea invertido, el intento de formar una familia malo, el aborto progresista, en vez de ver la historia concreta, en vez de ver las personas concretas.
Uno de los grandes inventos de Lío embarazoso era la idea de empezar por el final, de transformar en causa, el bebé, lo que en las películas y en los cuentos suele ser la consecuencia final, y a partir de ahí crear una situación forzada, para que la causa acabe siendo la consecuencia lógica de lo que ha provocado.
Por último decir que han estrenado en Madrid Adventureland, de Greg Mottola, el director de Supersalidos. Tiene muy buena pinta, más seria. En París ha salido directamente en dvd. Funny People fue un considerable fracaso de taquilla.)

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