lunes, 1 de octubre de 2018

instrumentos de viento


Hay una mujer con un abrigo a cuadros, es curioso cuanta gente va a cuadros en esta película, y un hombre que la sigue, su abrigo nos es a cuadros pero su pantalón sí, aunque casi no lo vemos, ella va chasqueando los dedos y haciendo música con la voz, música a ritmo de jazz, va haciendo eso de no decir palabras de verdad sino sílabas que no son nada más que música, nada más que sonido, sílabas sin nada de sentido, y el hombre que va detrás y que quizás sea su marido, vive con ella, va también haciendo música con la boca y gestos con los brazos, va haciendo como que toca el contrabajo, un contrabajo invisible, y la verdad es que parece que se divierten mucho haciendo esto, a lo mejor de veras son músicos, dicen de ella que trabajó en un cabaret y que no es bueno que los niños vayan a la casa de estos dos a ver la tele, nada bueno pueden aprender los niños en una casa así, con gente que camina por el barrio como desfilando en una banda de jazz, basta ver la mirada de la mujer que está un poco más al fondo, los mira raro, mirar a alguien raro en realidad es querer hacerle sentir que el raro es él, no la mirada, pero en esta película aprendemos que lo más normal es lo más raro, cosas como decirse buenos días o buenas tardes, y sabemos que la mirada de esa mujer que mira un poco de lado es rara, normal y rara, ella ha salido para ver a una vecina, para hablar con ella, para cotillear y mentir un poco, cada cual se entretiene con lo suyo, hacer verdadero falso jazz por las calles, cotillear con las vecinas, ver la tele, beber, quejarse, tirarse pedos, las cosas de la vida cotidiana, en realidad esta pareja que va por la calle no importa mucho en la película, importan más dos niños, dos hermanos, siempre vestidos igual, uno más grande y otro más pequeño, dos niños que van a hacer huelga de silencio para que les compren una tele, aunque lo de la tele no sé hasta qué punto es de veras importante, de ella apenas veremos la caja, es lo que piden, es lo que pueden obtener materialmente, pero quizás no se hacen las huelgas sólo por lo que se puede obtener materialmente, quizás se hacen también por otras cosas, para recordar que el mundo, tal y como es, es, en el mejor de los casos, raro, casi todo lo que hacemos a lo largo del día y que nos parece tan normal visto desde fuera es raro e inútil y a menudo triste, por ejemplo el uso que hacemos de las palabras, para decirnos buenos días y buenas tardes y qué buen tiempo hace y cosas así, palabras que parece que no dicen nada, palabras que se dicen para no tener que decir otras, como ese hombre y esa mujer que quizás se quieren pero que cuando termine la película todavía no se lo habrán dicho, seguirán hablando del tiempo y de las nubes, los niños hacen huelga contra eso, hacen huelga por una tele pero también hacen huelga contra el mundo de los adultos, al que no quieren pertenecer, al que se niegan a reconocer como real, ellos viven en otro mundo, un mundo que existe al mismo tiempo que el de los adultos pero que es diferente de él, aunque no del todo ajeno, a ratos parecería que fuesen etnógrafos perdidos en una tribu incomprensible, cogiendo signos por aquí y por allá, comunicando con el mundo adulto en lo que este tiene de más marginal, por ejemplo los pedos del padre de otro de los niños, ellos juegan a tirarse pedos como él y esto es algo que hay que ver y oír para creerlo, la gracia de los pedos, la apoteosis de los calzoncillos sucios, al adulto los pedos le salen muy bien porque, dicen los niños, trabaja en la compañía del gas, con ese detalle del adulto los niños se han construido todo un mundo con sus reglas y costumbres, el mundo del pedo, la tribu del pedo, y la gracia de los pedos quizás esté en que siendo cuerpo y aire no quieren decir nada, son como el jazz callejero y sin instrumentos, sonido sin sentido, aunque la mujer del hombre de la compañía del gas acude cada vez que él se tira un pedo y le pregunta si ha dicho algo, porque lo normal sería eso, lo normal sería que todo sonido que saliese de un cuerpo fuese palabra y significase algo, aunque bien visto, tampoco un buenos días significa gran cosa, también un buenas tardes es apenas algo de aire, algo de viento, también el mundo de los adultos, el mundo de los buenos días y las buenas tardes, está hecho, como el mundo de los niños, el mundo de los pedos, de aire, de viento que va, de viento que viene.
(Buenos días, Yasujiro Ozu)

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