martes, 30 de mayo de 2017

mundo perro


Eso de ahí es una ventanal.
Detrás del ventanal hay una pareja, ella de blanco y con el pelo rubio, él grande, con gorra, chaqueta, camisa blanca, bebiendo de una gran taza algo que os aseguro que no es es café ni tampoco té.
Reflejadas en el ventanal hay plantas, verde por aquí, verde por allá, y también una playa, y el mar, una ola californiana rompiendo y, en el borde justo entre la playa y el mar, un tipo que da un saltito para evitar que la ola le moje los zapatos, un tipo que es el protagonista de la historia pero no el protagonista de la escena, porque la escena va, creemos, de la pareja que se disputa, aunque en realidad esta es una película en la que cuesta decidir qué es más importante, si la disputa entre una pareja o un saltito para evitar que se mojen los zapatos, esta es una película en la que siempre se mueve la cámara, es de veras algo constante, extraño, "a contratiempo de los actores, como si los estuviésemos espiando" leí por ahí, pero no sé si de veras es eso, no siempre, porque aquí estamos quizás espiando a la pareja pero al mismo tiempo nos estamos fijando en el saltito del hombre de la playa, del hombre que, por cierto, es el detective y debería de estar ahí enterándose de lo mismo que nosotros, pero quizás sea que el detective sabe que ahí no hay nada de lo que enterarse, que es nada más un teatrillo, o quizás sea que tiene sentido del pudor, el caso es, iba diciendo, que la cámara se mueve todo el rato, pero yo no estoy seguro de que sea para que tengamos la sensación de espiar a nadie, porque a veces la cámara tiene más bien el ojo vago, se le va la mirada de la escena, a veces, por ejemplo, hay dos personajes hablando y la cámara avanza en zoom hacia el mar entre ellos, como cuando a uno se le va la cabeza y la mirada en plena conversación, como cuando uno pierde el hilo, sí, aquí uno tiene la sensación de estar siempre perdiendo el hilo, aunque puede ser que no, que lo importante de la película no lo puedan decir los personajes, puede ser que lo importante de la historia sea ese mar de fondo, esas olas californianas que rompen y rompen y vuelven a romper, quizás, o todos esos personajes de fondo que hacen lo que les dicen, que hacen imitaciones, que todo les va grande, que tienen pinta de haber dormido mal o demasiado bien, o quizás todos esos perros que se pasean por la película, ladrando, durmiendo, en medio de la carretera, porque nada más empezar la película hay un gato que se pierde y a partir de entonces no paramos de ver perros, es una manera extraña de hacer una película, al mismo tiempo contar tu historia e ir haciendo recuento de perros, perros con sus vidas paralelas a las de los humanos, que a veces les va algo en la historia y la mayor parte del tiempo están como pasando de ella, y no sé, no sé, todo esto lo digo al azar, me gusta mirar el mar, me gusta mirar a los perros, me intrigan los gatos que desaparecen... ¿y si el misterio por resolver no tuviese nada que ver con Terry Lennox? Pero apenas lo digo, apenas pongo al gato y a los perros en primer término, a los humanos en segundo, y ya el ojo y la memoria me vagabundean hacia los humanos, ya me voy a mirar hacia el segundo plano, nada en este mundo de cámara deslizante aguanta en primer término, nada aguanta en el centro.
(The Long Goodbye, Robert Altman)

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