martes, 30 de mayo de 2017

manos negativas



Lo que ahora, unos días después, recuerdo, es:
Manos pintadas y manos reales, ojos pintados y ojos reales, flores pintadas y flores reales, el mar del día a la noche, un hombre que cuenta una historia, una historia donde pasa algo con una mano, una historia de esas de cuando una mano se atreve a venir sobre otra mano, una frase repetida que habla sobre las imágenes que se ven cuando se cierran los ojos y sobre imágenes mudas, unos versos, repetidos también, donde se dice que nada, ni siquiera la lluvia, tiene manos más pequeñas, espejos, un hombre que habla en un espejo, una mujer que aparece en un espejo y luego aparece real y no sabemos si es un fantasma, una frase de la historia del hombre donde recuerda que cierto día de su juventud sintió que había actuado de manera más adulta, creo, un nombre, Madeleine, unas viejas fotografías vistas de biés, con algo de reflejo sobre ellas, de tal manera que no se ve bien lo que hay en la fotografía, de tal manera que se siente la realidad de la fotografía como objeto, de tal manera que el pasado se deshace entre olvidos y recuerdos que persisten, una mano con una flor blanca en la oscuridad...
Lo que ahora, unos días después, recuerdo, puede no ser cierto, pero sé que era una película hecha de repeticiones: mar, manos, pintura, espejos, relato, y también una película que avanzaba del día a la noche, contando una historia que parecía haber sido contada muchas veces, unos días siempre repetidos en la memoria, unos días cuyo sentido estaba oculto en unas manos y en unos ojos inmóviles, una historia hecha de momentos convertidos en cuadros por los que pasear la memoria,  en los que entrar sin poder cambiar su curso, ojos y manos que parecen llenos de sentido y sin embargo no se sabe lo que dicen, hay días en los que nuestras manos y ojos están cargados de misterio y de presencia, hay días que tenemos ojos y manos de pintura, ojos y manos que no se pueden traducir, ni manos ni ojos ni mar dicen nada y quizás por eso podemos volver a ellos una y otra vez, hacerlos rimar a falta de poder hacerles decir su secreto, dejar que la rima nos vaya envolviendo, nos vaya haciendo sentir como si fuésemos, por un tiempo, historia, recuerdo, pintura.
(Altar, Rita Azevedo Gomes)

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